Ourense se ha convertido en el último año en una de las principales productoras de ataúdes de superlujo para una demanda incipiente de clientes millonarios que se resisten a renunciar a la ostentosidad incluso en su último viaje. El féretro de oro de 24 quilates que encargó una funeraria rusa el año pasado a una empresa de Piñor es la mayor excentricidad que ha salido de esta provincia en materia funeraria, pero la misma firma ourensana que adaptó el diseño y lo fabricó ha patentado otros modelos de alta calidad, hijos del I+D+i, que ya tienen mercado en Colombia, México y Rusia.

De hecho, los carísimos acabados en oro, piedra, nácar y bambú apenas encuentran clientes en el mercado nacional, roto por la crisis y la competencia asiática, pero sí en las economías emergentes, y sobre todo en aquellos lugares que autorizan los enterramientos en criptas donde los féretros quedan a la vista. "En España empieza a haber alguna funeraria de alta gama en el sur pero en esos países se hacen servicios funerarios por 60.000 dólares que trasladan al funeral la misma ostentosidad que el fallecido practicó en vida", explica el director de exportaciones de Ataúdes Gallego, de Piñor, Lalo Arce.

Algunos de los ataúdes que salen de esta fábrica de Arenteiro cuestan en las funerarias que los comercializan hasta 15.000 euros. El diseño en oro que viajó a Moscú, y del que se ha ocultado el precio, se incluyó en el catálogo pero nadie más hasta la fecha lo ha pedido. La demanda de superlujo se centra en los modelos nacarados y los forrados en piedra natural con interiores de terciopelos brillantes, asas de porcelana o baños dorados cuyos precios pueden llegar a dispararse en destino a criterio de los empresarios funerarios, según explica el gerente Víctor Gallego. La venta de féretros con cuatro ceros empieza a hacerse sitio en el mercado extranjero, con una demanda moderada que por el momento requiere el envío de un contenedor desde Piñor a destino cada tres o seis meses, mientras que las gamas de lujo, con precios en funeraria de 2.000 a 4.000 euros, salen todos los meses. El ritmo medio de producción es de 40 ataúdes al día. Además, y por encargo, esta empresa que da empleo a 30 personas personaliza los ataúdes gravando los logos de las funerarias compradoras. "La innovación es nuestra arma para competir con China pero desde hace un año el consumo en España ha caído y ya exportamos el 80%". África, Chile y Panamá son sus principales clientes.