Un nuevo edificio se ha incorporado al trastero de las dotaciones públicas tanto municipales como autonómicas sin inaugurar: la Casa da Mocidade de Ourense, una obra ubicada en el barrio de A Ponte, en la que el Concello de Ourense invirtió una partida de 670.000 euros y que un año después es un servicio cerrado al público al que han empezado a afectarle las goteras.

El grupo municipal del BNG, de cuyas concejalías municipales salió este proyecto, iniciado cuando llevaba la ahora casi extinta área de Mocidade, la edil nacionalista Marta Arribas, instó ayer oficialmente al Concello a que abra "lo antes posible unas instalaciones llamadas a ser un proyecto referencial para la juventud de Ourense".

De hecho este inmueble, ubicado en la avenida de Marín del barrio de A Ponte, en un edifico rehabilitado, anexionando antiguas viviendas de trabajadores de Renfe, pretendía ser la alternativa municipal a la Casa da Xuventude, pero destinada a los jóvenes del barrio pontino, y para dar servicios de ocio, formación y/o encuentro.

El edificio, cerrado a cal y canto tras el remate de la obra, cuenta incluso con sala de ensayos y grabación para grupos musicales. La equipación para grabación y ensayos, dado su alto valor, aguarda custodiada a que alguien ponga en marcha un sueño dormido y una inversión pública hasta ahora inútil.

La actual edil nacionalista Susana García explica que hasta ahora, la explicación que daba el gobierno local es que "no abría este servicio por falta de personal para atenderlo". Sin embargo y tras el anuncio realizado en las últimas horas por la concejal de Personal, Carmen Rodríguez, de que van a seguir contratando trabajadores, siempre que sean necesarios para garantizar el funcionamiento de servicios municipales, "creemos que ya no tienen excusa en el ayuntamiento para paralizar la puesta en marcha del Centro da Mocidade porque, por lo que sabemos, el material ya está dotado", explica Susana García.

La larga espera por una apertura que no acaba de consumarse ha provocado ya algunos desperfectos en el interior, al estar cerrado, y el Concello tiene que realizar ahora obras para repararlas. A la Casa da Mocidade ya la salen arrugas antes siquiera de haberse estrenado.