La represalia franquista contra la familia empezó después de que uno de sus hermanos, Rogelio, se pasara al Ejército republicano. Esto propició el encarcelamiento del padre y de uno de sus hijos, que pasaron seis meses recluidos en la prisión de O Barco. Tres años más tarde, los padres de Antonia -Domingo Rodríguez y Amalia López-, fueron fusilados en Soulecín. Y sus cuatro hermanos huyeron al monte, donde cayeron en combate con las fuerzas franquistas, entre 1941 y 1949. Las dos hijas, Antonia y Consuelo (Chelo) Rodríguez, primero actuaron como agentes del Servicio de Información Republicana (SIR), desempeñando el papel de enlace con la guerrilla, y finalmente tuvieron que escapar para el campamento de Casaio, donde siguieron su relación con los guerrilleros César y Arcadio Ríos Rodríguez. Consuelo Rodríguez vive en Francia, a donde llegó como exiliada en 1949. Es la última guerrillera del monte viva de Galicia.

Durante la época que actuaban como correo de la guerrilla -denominado "guerrilleiras da chaira"-, Antonia y Chelo estuvieron encarceladas en O Barco, Ponferrada y León. Y al comprobar que peligraba su vida, escaparon para el monte, a la denominada Cidade da Selva, situada en los montes de la Serra do Eixe (Carballeda de Valdeorras), donde se encontraba el campamento base de los guerrilleros. Allí se llegaron a juntar hasta cincuenta combatientes.

Tuvieron que huir en julio de 1946, cuando las fuerzas franquistas descubrieron el campamento. Antonia y Chelo Rodríguez se ocultaron en "casas de apoyo" de Ourense y O Bierzo, hasta que se tuvieron que separar en Berlanga (León), en 1947, tras llegar a la conclusión de que ya había habido "demasiadas muertes en la familia".

Antonia marchó con el guerrillero asturiano César Ríos. Consiguieron embarcar para Francia en octubre de 1948, en Luanco (Asturias), y dos días más tarde atracaron en el puerto de San Juan de Luz (Francia). Primero residieron en el sur del país como exiliados, y más tarde se instalaron en París, donde César Ríos trabajó como practicante. Tuvieron una hija, Irma Ríos, que es profesora de Español. César Ríos falleció en 1997.

La profesora Aurora Marco estudia el papel que desempeñaron en la lucha contra el golpe militar unas 200 mujeres en el libro Mulleres na guerrilla antifranquista galega (Laiovento, 2011). "Eran, sobre todo, ´guerrilleiras da chaira´, para ayudar a la guerrilla en todo tipo de cometidos. Solamente subieron al monte, para combatir con los guerrilleros, unas 14 mujeres. Antonia Rodríguez López "nunca quiso llevar pistola". En cambio su hermana, la última guerrillera gallega viva, Chelo Rodríguez, participó en varios combates.

Las mujeres desempeñaron un papel fundamental para la guerrilla en las comarcas de Valdeorras y León, donde operaba la Federación de Guerrillas León-Galicia, y Fene, Mugardos, Cabanas, Negreira y Ordes, bajo la disciplina del Exército Guerrilleiro de Galicia. Había dos organizaciones, destaca Aurora Marco.

La escritora destaca que las "guerrilleiras da chaira", además de ayudar en las labores de intendencia, proporcionando comida, medicina y ropa, tenían la misión de abrir nuevas casas de apoyo para que se pudieran refugiar los guerrilleros, trasladar armas, actuar como correo y avisar dónde se encontraba la Guardia Civil. "Esa fue la razón por la que la guerrilla pudo durar diez años", reflexiona.

Sufrieron una represión brutal, por parte de las fuerzas franquistas. "A unas las ahorcaron, a otras la fusilaron, las violaron, dejándolas embarazadas, le dieron palizas por todas partes, las encarcelaron?, porque sabían que eran fundamentales para la supervivencia de la guerrilla", agrega Aurora Marco.

El Concello de O Barco, que preside el socialista Alfredo García, les rindió homenaje en julio de 2004 a Domingo Rodríguez y Amalia López -padres de las últimas guerrilleras de Galicia-, consistente en la colocación de un monolito en el camino denominado Lugar de Sampaio (Soulecín), donde había sido fusilado el matrimonio, a dos kilómetros de la capitalidad del municipio.