Francisco Rivera, alias Kiko Rivera o Paquirrín, iba a ser la estrella invitada de una conocida discoteca de O Carballiño. Allí, el hijo de la tonadillera más mediático pensaba actuar como monologuista.

Los organizadores llevaban días anunciando la "estelar" aparición de ese "monstruo" creado por los medios del famoseo, que ha conseguido vivir sin trabajar o hacer que trabaja de vez en cuando leyendo monólogos en clave de comedia escritos por otros, y en los que se ríe de lo bien que le va sin dar un palo al agua.

Se había creado expectación. Uno de esos personajes sin oficio y con mucho beneficio que salen en la tele iba a visitar O Carballiño. El otro contratado, en este caso un actor autor y monologuista de oficio, el vigués Miguel Lago, sí acudió puntual a la cita. Pero no Paquirrín. "Ya saben, a veces los artistas (sic) no son puntuales", disculpaba un portavoz de la discoteca.

Al parecer, no llego ni a subirse al avión. El día anterior era sábado para los currantes y a Paquirrín, ese niño amamantado en los pechos de un país hambriento de carnaza rosa, que convirtió su orfandad en causa colectiva, estaba indispuesto y dio la "espantá", utilizando un símil torero. Un drama. O Carballiño ya no puede conciliar el sueño.