"La Galicia tradicional ha experimentado una transformación radical que comenzó en los años 50 marcada por la llegada de avances tecnológicos como coches, radio, teléfono o televisión y lo que no pueden pedir los fundamentalistas,es volver a una Galicia que ya no existe, pues lo único que no ha cambiado y permanece es el alma gallega", explicó Manuel Mandianes.

Contundente, claro y con ese punto de lirismo científico, que no gratuito, que envuelve todo lo que hace, el antropólogo ourensano e investigador del CSIC, Manuel Mandianes, presentaba ayer en el Ateneo de Ourense, su último libro "O raposiño e o cego".

Este trabajo, a mitad de camino entre la novela y el ensayo, tiene como protagonista a "raposiño", un niño que regresa desde la vorágine de la emigración en Cataluña a casa de sus abuelos en Galicia, y como guía del menor a un ciego "la metáfora de Galicia y el único capaz de ver desde el interior sin fiarse en apariencias, ni dejarse deslumbrar", indica Mandianes.

"Este trabajo quiere contar que la Galicia tradicional se ha transformado radicalmente a base de la llegada de objetos como radio, teléfono o coche y lo que no se puede defender ahora mismo es que nuestro patrimonio está en salvar, cosas materiales que no es posible ni conveniente incluso recuperar, sobre todo cuando esa vuelta al pasado la piden aquellos que no viven en el mundo rural y están en un entorno rodeado de absolutas comodidades", explica el investigador.

En la contraportada de este libro, editado por Limaia y salpicado por ilustraciones de Aurora López, "raposiño" de la mano del ciego va retratando a través de la familia del niño, el presente y pasado de una Galicia en evolución que, sin renunciar, a los espacios wi-fi mantiene su identidad en algo que no se vende ni traspasa: el alma gallega.