La futura depuradora de residuales de la ciudad seguirá en Reza, a unos 250 metros de la actual, aguas abajo y situada en un amplio terreno situado en la margen izquierda del Miño antes de la pasarela de Outariz. Costará 60 millones de euros, será "de última tecnología", según el alcalde, lo que minimizará el impacto ambiental y no hay fechas concretas para el inicio de las obras, aunque la inauguración podría demorarse hasta 5 años.

El alcalde Francisco Rodríguez y los presidentes de la Confederación del Cantábrico, Jorge Martínez, de la nueva Confederación Miño-Sil, Fernando Liñares, presentaron ayer la ubicación elegida para la depuradora, entre otras 36 alternativas que baraja la empresa Fullcrum, adjudicataria del estudio para buscar un nuevo emplazamiento a la depuradora actual sobre la que pesa una sentencia de derribo, al no respetar la distancia exigida por ley de las casas habitadas.

La nueva ubicación tampoco cumple esos 2.000 metros de distancia de una depuradora que exige el Reglamento de Actividades Molestas, Insalubres Nocivas y Peligrosas (RAMINP), pero según Marquínez ese reglamento de 1961 ya está derogado y ahora la instalación de una depuradora se rige por otras leyes gallegas y estatales de rango superior.

La ubicación de la depuradora, en la carretera OU 402 y entre la depuradora actual y el llamado parque de Outariz, será "de última generación". Tras el estudio realizado se barajan tres soluciones posibles para el tratamiento de los residuos: la depuración convencional, los biofiltros y la depuración de membranas. El Ministerio de Medio Ambiente afirma que opta por aplicar el llamado "proceso de fangos activados, con eliminación biológica de nutrientes", y con capacidad para tratar los residuos que genere una población futura de 160.000 habitantes.

Esta alternativa presenta como principal ventaja frente al resto que no será necesaria una ejecución por fases, lo que implicará el desmantelamiento progresivo de la planta actual a medida que se ejecuta la nueva. Eso permitirá garantizar en todo momento, indica, la calidad del agua vertida al Miño. Además esto supondrá la expropiación de una sola vivienda y de una instalación hotelera.

No obstante el modelo final no se decidirá hasta que culmine el largo proceso burocrático en el que se invertirán entre dos y y dos años y medio, según Marquínez, por lo que la elección del modelo final de depuración queda sujeto a la aparición en ese plazo de otros sistemas todavía mejores .

La EDAR se enmarca en las obras de mejora de saneamiento de la ciudad de Ourense, que suponen una inversión de 92 millones y cuya primera fase fue financiada entre el Ministerio de Medio Ambiente y la Xunta.

En el caso de la segunda fase (formada por el margen derecho y la nueva depuradora) está siendo sufragada íntegramente por el Ministerio de Medio Ambiente, como actuación enmarcada en el Programa AGUA.