OURENSE 1 - 1 VECINDARIO

OURENSE

Manu Taranilla; Josu (David Ferreiro, minuto 45), Tomás, Aloisio, Rives (Oli, minuto 29); Pablo Ruiz, Jaime Noguerol, Lozano, Anxo, Yebra, Jaime Moreno (Osvaldo, minuto 61).

VECINDARIO

Javi Muñoz, Marcos Mato, Nené (Paco, minuto 5), Dorta, Rubén López, Monteagudo, Carlitos (Raúl Borrero, minuto 45), Poncho, Conocchiari, Camacho, Abraham (Saavedra, minuto 72).

Goles

1- 0 Minuto 19, Anxo bate de disparo raso a Javi Muñoz tras ganar la pugna por la posición a su marcador; 1-1 Minuto 26, Camacho, de penalti.

Árbitro

Víctor Manuel González González, del comité castellano-leonés. Asistido por Ortega Najara y Vaquero Martínez. Amonestó al portero suplente del Ourense, Berto.

Incidencias

Partido de la 33 jornada disputado en el estadio de O Couto ante unas 900 personas. Terreno de juego en buen estado.

Xabier Colmeiro / ourense

El Ourense no saldrá de cuentas hasta el tercer domingo de mayo, fecha del último capítulo de una liga que huele a quemado. Es un presagio de Tomé, calculadora en mano, que adquiere visos de realidad a cinco partidos para el desenlace del campeonato tras un empate estéril contra el Vecindario que eleva a cuatro las jornadas sin ganar. Los rojillos ya no dependen de sus resultados y si la reacción se demora no bastará con los favores del enemigo para asegurar la continuidad en Segunda B. Al Ourense le conviene darse por aludido para evitar exhibiciones de impotencia como la de ayer porque la amenaza de descenso le ha atrapado. Si para algo sirve el partido contra los canarios es para constatar que en O Couto se sufrirá por tercer año consecutivo hasta el último minuto del último partido, si es que se esquiva la agónica promoción de permanencia.

Ante el Vecindario se ponían en juego puntos de emergencia y el Ourense sólo salvó uno porque hubo apagón de ideas, ambición, instinto y pegada. Los de Tomé se encontraron en un partido sin pulso ni fluidez, aunque la sucesión de incidencias contribuyó a aguar el choque. Dos lesionados con sus respectivas sustituciones, seis tarjetas amarillas y un penalti inédito desconectaron al Ourense del partido a pesar de que se adelantó con un gol de Anxo, de los pocos rojillos a los que se les ven las pinturas de guerra.

El fútbol siempre es cruel con el necesitado y pasa factura insospechadamente. Mediado el primer tiempo, con el partido inclinado hacia casa, el árbitro se cobró un penalti en una colisión entre Taranilla y Conocchiari en la que el portero desplegó su pierna cuando recibía un balón para protegerse de la presión del delantero del Vecindario. El colegiado interpretó la acción como punible, aunque consideró excesiva la expulsión. La interpretación del reglamento es el pecado y la penitencia del arbitraje, el factor que hace coincidir en la crítica a los dos entrenadores.

La acumulación de amonestaciones se convirtió en un problema para los canarios en la segunda parte porque jugaron los últimos 20 minutos con nueve futbolistas. Primero cayó el héroe por accidente, Conocchiari, por desplazar un balón con el juego parado. Siete minutos después Paco le siguió al vestuario por un agarrón que le costó la segunda amarilla en una acción en la que la sed de tarjetas del árbitro pasó por alto la aplicación de la ley de la ventaja. El centro acabó en testarazo y gol de Osvaldo.

El Ourense no se entusiasmó con la posibilidad de ganar. Tampoco surtieron efecto las constantes modificaciones de su técnico tras el cambio forzado de Rives por molestias musculares. El moañés movió ficha para desatascar en las bandas (por la izquierda jugaron Jaime Moreno y David y por la derecha, la más transitada ayer, Jaime Noguerol, David y Anxo, en tanto que Tomás empezó como lateral izquierdo y acabó en la derecha tras una breve escala en el puesto de mediocentro), también retocó la medular e incluso recurrió al talismán copero, Osvaldo. Demasiadas distracciones para un Ourense gaseoso. Dos llegadas en los dos primeros minutos, algún golpe inocente y esporádico ante un rival sólido y colorín colorado a un empate desesperante.