Con temperaturas que alcanzaron los 28 grados, la gente se aguantó el chapuzón más de lo que cabría pensar. Las playas no estaban llenas y el agua fría hacía retroceder a los más precoces en esto del primer baño tras el confinamiento. Más bañistas por la tarde que por la mañana, pero era muy fácil mantener la distancia de seguridad. Ayer en ninguno de los arenales por la mañana había riesgo de contagio por proximidad. Hubo cierta confusión en la jornada matutina con las señales instaladas en Cangas que impiden a los foráneos acercase en coche hasta el arenal (muchos pensaban que estaba prohibido el baño) hasta que se les explicó que lo único que estaba prohibido era pasar con los vehículos.

El alcalde de Cangas, Xosé Manuel Pazos, contestaba ayer a las manifestaciones del portavoz del PP, Rafael Soliño, que aseguraba consideraba que la restricción impuesta era una medida improvisada y consideraba que había que ofrecer alternativas para aparcar los vehículos que no pueden llegar a los arenales. Pazos recordó al edil del PP que la idea, tanto del Gobierno Central como de la Xunta es restringir el acceso a las layas para evitar aglomeraciones, no favorecerlo y que lo que propone el edil del PP es alentar a que la gente venga. También es cierto que hubo precaución y que muchos vecinos y foráneos eligieron las pequeñas calas, confiando en que es la mejor forma de tomar el sol y bañarse, sin peligro de contagio.

Si no había mucha gente en las playas, a pesar de que el calor ayer apretaba, en los restaurantes se vivía este primer día de servicio de comidas y cenas con confianza en el futuro. Pero fueron muy pocos los que abrieron. Hay, sobre todo, un inconveniente burocrático: si los restauradores sacan a un trabajador del Expediente de Regulación de Empleo (Erte) tienen que pagar ya el 40% de la cuota de la Seguridad Social del total de la plantilla. El propietario de los restaurantes Sol Poniente y El Eirado, en el casco vello de Cangas, era consciente de que la clientela habitual tardará en llegar. Ayer ya había comensales en sus mesas interiores, que guardaban escrupulosamente la distancia de seguridad. El propietario también explicaba que a las 14.00 horas se cerraba el horario de servir vinos, para que no coincida esta práctica con la comida. Prácticamente eran los únicos restaurantes del casco vello que abrieron. En la zona de Rodeira comenzaron poco a poco. O Pilar lleva tiempo trabajando la terraza y asegura que la gente está respondiendo mucho mejor de lo que esperaba. También hay que señalar que la mayoría de proveedores, suministradores y personas , que habitualmente acuden a los restaurantes para disfrutar del plato del día por la obligación que tienen de desplazarse en su trabajo aún no se incorporaron totalmente al mismo.

En Moaña, abrieron todas aquellas cafeterías que se estuvieron reservando para la entrada en la fase 2, una de ellas la mítica del Bar Pósito, en el edificio de la lonja. Lo hicieron con 9 mesas dentro, lo que supone el 40% del afaoro; y 8 en la terraza. José Verde, su propietario,m asegura que la mañana fue flojísima en comparación a antes del estado de alarma, y que algo se trabajó la terraza. Dice que entre el miedo y la falta de costumbre, aún habrá que esperar algo para que se vaya normalizando la situación y la gente pierda el miedo. Ayer asegura que el comportamiento de los clientes fue correctísimo, él dirigía en donde podían sentarse y salvo algún despistado, todo transcurrió muy bien. Eso sí, la barra que tanto se usaba en este local, sigue prohibida por el estado de alarma, como también las partidas de cartas, que eran muy frecuentes por las tardes. Verde, como otros hosteleros están pendientes de que venga un verano bueno y poder resarcirse de lsa pérdidas y de los gsatos a mayores que les suponen el comprar mascarillas diarias a los empleados y todos los productos desinfectantes: "Si vamos a trabajar menos y gastamos más, esto será un desastre, pero hay que confiar en que venga un veernao bueno".

Enfrente del pósito, la cafetería Orensana no abrirá hasta el miércoles, a la espera de sacar a los empleados del Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Su mítica terraza volverá pero con reducción a seis mesas, tal y como señala su propietaria Ana Rodríguez, que ayer preparaba el expositor de helados y llegaban los barriles nuevos de cerveza.

En Moaña, el Concello lleva este jueves a pleno la eliminación de la tasa fiscal de las terrazas en 2020 para ayudar al sector de la hostelería y está gestionando la posibilidad de la ampliación de la superficie de dichas terrazas para que los locales no pierdan mesas. La alcaldesa asegura que se está estudiando caso a caso y que en las zonas estrechas se está valorando ceder el espacio en las plazas de aparcamiento.

Mercadillo de ropa en Moaña

Por otra parte, la concejala de Promoción Económica, Coral Ríos, confirma que la alcaldía ya firmó una resolución para reactivar el mercadillo en su totalidad -con puestos de ropa- a partir de este miércoles. Se autoriza con medidas que consistirán en priorizar el incremento entre los puestos de venta (4 metros laterales entre puestos y 6 para los frentes, pudiendo proceder a la reubicación de los mismos y a la reducción del tamaño de los puestos si fuese necesario para guardar dichas distancias, de obligado cumplimiento.