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Las iglesias reabren tras dos meses sin misas

Es obligatorio llevar guantes, mascarilla y desinfectar las manos al entrar | Se suprime el gesto de la paz y la comunión se entrega en mano

El cepillo, en Moaña, mantiene la distancia social. // Gonzalo Núñez

Bajo estrictas medidas de prevención que han limitado el aforo de las iglesias a un tercio de su capacidad, incluso inferior en la práctica, con dispensadores de gel hidroalcohólico a las puertas y con férreos controles de acceso que impidieron el paso a los fieles que no iban provistos de mascarilla y guantes. Es la fotografía del primer domingo de celebración de misas con presencia de fieles en los templos de O Morrazo desde que se proclamó el estado de alarma con la crisis sanitaria del Covid-19, hace más de dos meses. Las últimas fueron en el segundo domingo de cuaresma -época previa a la Semana Santa- y los oficios regresan en cuando ya se alcanza el sexto de pascua.

A pesar de los avances por la activación de la fase 1 de la desescalada y del regreso a una relativa normalidad, los actos litúrgicos también se ven afectados por el distanciamiento interpersonal y la sustitución del contacto por otros gestos: "dar la paz" se representa ahora con una inclinación de cabeza y la comunión, con la entrega de la oblea en mano y en estrictos turnos y separación entre los asistentes. Nuevas normas y preceptos que los fieles deben interiorizar, al igual que hacen a la hora de santiguarse, arrollidarse o rezar.

El reinicio de las misas coincide con un domingo que el calendario litúrgico de la Iglesia dedica tradicionalmente a los enfermos y sus familiares, lo que dio aún más pie a que los párrocos incluyesen en sus homilías referencias a la pandemia y sus efectos. En Cangas, el regreso de los fieles a la excolegiata fue escalonado, con misas desde primera hora de la mañana. Varias personas que colaboran con la parroquia informaban de las condiciones que se deben cumplir para acceder al interior, como llevar mascarilla y guantes de protección, impidiendo el paso a quienes no iban correctamente equipados. Luego, acompañaban a cada asistente hasta los dispensadores de gel habilitados en los pasillos, y de ahí a los bancos, que tienen señalizadas las plazas que pueden ocuparse, alternándose con espacios vedados para evitar contactos y contagios. El acceso se realizó exclusivamente por la puerta principal y la salida, por una lateral. Los horarios se respetaron a rajatabla y algunos fieles que llegaron minutos después de la hora fijada se quedaron a las puertas, manifestando varias de estas personas su contrariedad por la situación.

En el oficio del mediodía, pudieron acceder al interior de la iglesia alrededor de medio centenar de personas, menos de un tercio de su aforo. Tras la misa, el cura párroco, Severo Lobato, señaló la obligación y también la conveniencia de respetar al máximo las medidas de prevención, incluso más allá de lo estipulado, para prevenir lo reducir la posibilidad de contagios. Calculó la cifra de fieles presentes en torno al 20% de la capacidad. Al menos una decena se había quedado en las escalinatas de la fachada por haber llegado tarde o no disponer de los equipos de protección adecuados. Algunas de esas personas optaron por seguir la ceremonia litúrgica desde el exterior de un acceso lateral, detrás de las rejas del vallado perimetral.

Durante la celebración de las misas dominicales no han faltado alusiones a la crisis del coronavirus ni las peticiones por los difuntos y enfermos que ha causado la pandemia del Covid-19. El cura de Cangas no se olvidó de ellos ni de la necesidad de respetar las medidas fijadas a pesar de las "molestias e inconvenientes" que puedan causar, tanto a los feligreses como L institución eclesiástica y a la organización parroquial. Confía en una progresiva normalidad conforme se vayan logrando éxitos sanitarios contra la pandemia.

En Moaña a la iglesia de O Carme asistieron más de medio centenar de fieles a la misa del mediodía. El aforo se restringe a 150 vecinos, con marcas en los bancos para solo tres feligreses en cada uno. En la entrada una mesa con gel hidroalcohólico señala que todos los fieles deben desinfectarse las manos. Dentro del templo los asistentes llevaron la mascarilla en todo momento y el párroco, José Luis Muñiz, recordó que los familiares que viven juntos sí que pueden sentarse sin la distancia que debe mantener el resto. La primera misa dominical al mediodía tras el confinamiento contó con un bautizo, el de la pequeña Luna, que el párroco ofició con mascarilla y sin tocar a la niña en ningún momento por precaución.

Los fieles en Moaña no pueden arrodillarse de momento y el cepillo se pasa al final de la ceremonia y con un cabo para respetar cierta distancia. El párroco recordó "a los fallecidos en todo el mundo por el coronavirus, a los sanitarios y a los 200 sacerdotes muertos, que se acercaron a las personas infectadas para poder despedirlos y darle cariño".

Las misas en Bueu de momento regresan solo a los templos parroquiales, a las doce del mediodía, y a la capilla de San José, situada al lado de la escuela náutica. Allí se celebró ayer, a las diez de la mañana, el primer oficio religioso desde el decreto del estado de alarma. Los vecinos debían acceder con mascarilla y en la entrada tenían un recipiente de gel para desinfectarse las manos.

Para facilitar la distancia interpersonal en los bancos se colocaron una serie de lazos blancos, que indicaban los lugares en los que estaba permitido situarse. A esta primera misa acudieron más de una veintena de personas que cumpl ieron escrupulosamente con las nuevas recomendaciones. "Es una alegría poder volver a reunirse con la comunidad parroquial después de todo este tiempo", decía el párroco, José López. En su homilía recordó que la Iglesia dedicaba su liturgia de ayer a los enfermos y animó a los fieles a intentar extraer alguna conclusión en positivo de la pandemia. "Durante estos meses tuvimos tiempo para pensar en las cosas que realmente son importantes en nuestra vida, que echábamos de menos. A veces el ritmo de la sociedad nos hacer mirar hacia otras cosas y cuando de golpe se para todo nos damos cuenta de lo que realmente nos importa, como la familia y nuestros seres queridos", decía.

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