Aldara Martínez Guardado, de 22 años, es una de los 220 pasajeros del vuelo chárter contratado por España para repatriar desde Roma, a españoles e italianos en esta crisis del coronavirus y que ha supuesto un aluvión de críticas con denuncias de por medio por no haber respetado las medidas de seguridad sanitarias que se habían acordado previamente y que figuraban en el contrato para evitar contagios por el virus. Esta canguesa que reside ahora en Moaña asegura que no se les tomó la temperatura a la hora de embarcar y el avión iba lleno, sin espacio para esa distancia de seguridad de metro y medio: "Yo, como todos, nos tocábamos con el asiento de al lado, sin garantizar esa distancia de seguridad dejando asientos vacíos entre unos y otros". Cada uno iba con su mascarilla y guantes, pero muchos como reconoce Aldara, con las que pudieron comprar, sin filtro, porque el mercado está desabastecido: "No es que no quisiera llevar otra, es que no había y era la mascarilla que podía llevar".

Aldara Martínez, que acabó la carrera de Ingeniería Industrial, se había desplazado hace mes y medio a Italia para realizar las prácticas en la Universidad de Sicilia, cuando estalló la pandemia en el país transalpino y el 11 de marzo se cerraron los vuelos a España. Ella ha permanecido confinada todas estas últimas semanas y critica que en este vuelo se ha echado todo a perder y les han puesto en una situación de inseguridad sanitaria, de hecho ahora está en la casa familiar de Berducedo, en Moaña, guardando una cuarentena de 14 días que por otra parte ya era obligada, según el acuerdo de repatriación, pero con más tensión por lo vivido y porque pone en mayor riesgo a sus familiares: "Todos sabemos el riesgo de meter juntas a 220 personas durante dos horas en un espacio tan reducido. Ha sido una irresponsabilidad para mi salud y para la de toda mi familia. Es una vergüenza".

Cancelado el de Nápoles

Asegura que a través de los Consulados de España en Italia se habían contratado tres vuelos para seguir con las repatriaciones, pero el previsto desde Nápoles, con 70 pasajeros, se canceló y juntaron a todos en el avión de la aerolínea española de vuelos chárter Privilege Style, con sede en Palma de Mallorca, que despegó a las tres de la madrugada del martes desde Fiumicino. Lo hizo con una hora de retraso.

Aldara Martínez llegó a Madrid a las cinco de la tarde, aunque asegura que tuvieron que permanecer en el avión una hora más y no desembarcaron hasta las seis. La tripulación les aseguraba que estaban pendientes de recibir el protocolo de Exteriores para salir del aparato.

Después les informaron que la bajada se haría en grupos de 25 personas y se hizo en microbuses abarrotados hacia la terminal T4 del aeropuerto de Barajas, en donde nuevamente les volvieron a juntar esperando hora y media por las maletas. Catorce de estos equipajes se extraviaron y entre ellos el de Aldara Martínez, que muestra su gran indignación por lo que ha tenido que vivir en este vuelo de repatriación.

En tren a Vigo

Confirma que nada más bajar al aeropuerto, se dirigió a la Policía Nacional para transmitir lo ocurrido y le comunicaron que lo que tenía que hacer era presentar una queja o una denuncia en el Ministerio de Consumo.

Su regreso a Galicia lo realizó desde la capital de España en tren a mediodía. La joven llegó a la estación de Vigo a las diez de la noche del martes y desde entonces ha empezado el obligado confinamiento de catorce días.