En un momento en el que España se ha convertido en un mar de lágrimas, con 8.189 muertos en pocas semanas por la crisis sanitaria del coronavirus, la villa de Cangas tiene un motivo más para la tristeza. Y es que ayer, a primera hora de la mañana, fallecía el histórico fotógrafo de Cangas José María Pérez Santoro, a los 78 años de edad. Llevaba un año luchando contra un duro cáncer que terminó por ganarle la batalla. Atrás deja años de reconocimiento en su profesión artística, el cariño de cientos de vecinos y a su familia, entre ellos sus dos hijos y dos nietos, que ayer no ocultaban su dolor pese a que se preveía el triste desenlace.

Santoro nació en 1941 y se formó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Era aficionado a la fotografía y el destino quiso que acabase trabajando en el laboratorio fotográfico del productor de cine norteamericano Samuel Bronston, que había abierto un estudio en la localidad madrileña de Las Rozas. En una de sus últimas entrevistas para FARO, recuerda aquellos años 50 en los que "trabajaba en el laboratorio de noche y estudiaba de día". Un día, en ese estudio, le pidieron que fuese de urgencia a un hotel para fotografiar a la actriz Claudia Cardinale. Su buena tarea le llevó a trabajar en foto fija por primera vez en su vida. Al cerrar esta productora regresó a Vigo y después a Cangas, en donde abrió la tienda y el estudio del Eirado do Sinal. Estuvo atendiendo al público desde 1964 hasta su jubilación en el año 2014.

A lo largo de los años José María Pérez Santoro recibió varios homenajes por su trabajo. Uno de ellos fue el premio de la Asociación de Veciños Daravelo, de Darbo, como reconocimiento a su labor social, cultural y artística. Este colectivo se sumó ayer al dolor por el fallecimiento.

A sus 50 años, lejos de asentarse, Santoro dio un giro a su carrera apostando por su vertiente más artística. Dejó entonces las "bodas y comuniones", como solía decir, para dedicarse a investigar sobre procesos de revelados antiguos. Le ayudó un maestro internacional en la materia como es José Gago, vecino de Marín.

Empezó a utilizar métodos manuales de revelado empleando polvo de carbón u óxido de hierro. Eso sí, en sus últimos años de actividad profesional seguía defendiendo también la fotografía digital "que utilicé durante más de 30 años".

Santoro siempre marcó distancias entre las fotografías que realizaba por motivos artísticos y las que realizaba para vivir. "Las bodas o comuniones se hacen para vivir, pero no son arte. En una boda eres un autómata que no te puedes saltar los momentos clave de la ceremonia. Las fotografías artísticas no las suelen querer la mayoría de los clientes", explicaba durante la presentación de su exposición "50 años dominando la luz" que acogió la Casa da Cultura de Cangas en el año 2013 y que estuvo organizada por la Asociación Cultural A Cepa.

Además de su trabajo como fotógrafo, Santoro colaboraba con otras iniciativas culturales en Cangas. Era parte esencial del equipo que crea cada año el belén navideño de la Excolegiata. Se encargaba de aspectos como la iluminación de las escenas bíblicas. Estas navidades, por su enfermedad, no se pudo encargar de dicha tarea y sus compañeros quisieron dedicarle el belén.