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Año 1809: documentos secretos para Vigo

El historiador Moreira Pumar narra la travesía de un bergantín de Bilbao a Vigo con documentos secretos y su abordaje por franceses

Celebraciones de la Reconquista en Vigo en una edición anterior. // Ricardo Grobas

Al atardecer del 30 de agosto de 1809, entraba en el puerto de Vigo, el bergantín "Paquete de Bilbao". Venía al mando de don José María Jugo con las funciones de capitán y piloto, su propietario don Francisco Estarla

A estas alturas de agosto, Vigo y Tuy ya estaban liberadas de tropas francesas desde hacía cinco meses. Sin embargo, no sucedía lo mismo al puerto de Bilbao de donde había partido el bergantín 15 días antes.

Al día siguiente de su llegada a Vigo, día 31, su capitán y piloto se presenta ante el notario asignado para los casos de "guerra y contrabando" don Nicolás Santiago Caneda, para denunciar y protestar lo que le había acontecido en su navegación rumbo e este puerto.

Cuenta su capitán y piloto que "con tiempo favorable" partiera de Bilbao en la madrugada del 15 de agosto de 1809 teniendo por misión entregar a las autoridades de Vigo ciertos documentos que le habían sido entregados por el comandante de la fragata de guerra de S. M. "Amelia". Manifiesta que en "conversaciones privadas", le había comunicado que los mencionados documentos contenían órdenes consideradas de suma importancia y su contenido era alto secreto, por consiguiente, bajo ningún pretexto - insistía,- debían caer en manos francesas. Así mismo le diera órdenes concisas para su custodia y los mantuviera bien ocultos advirtiéndole que en caso de peligro inminente de ser descubiertos y la certeza de que pudieran caer en poder francés, insistía el comandante español, tenía orden de arrojarlos al agua.

Conversaciones

Añadía en su declaración que ambos personajes habían tenido conversaciones privadas donde se estudió detenidamente la actual situación de la guerra donde afirmaban que las aguas del Cantábrico eran peligrosas, estaban plagadas de buques corsarios franceses que patrullaban a lo largo de la costa vigilantes y desconfiando siempre de la aparente lealtad de los españoles con Francia.

De ahí pues, navegar por esa costa suponía siempre alto riesgo de ser abordado por alguno de estos corsarios. Afirmaban que continuamente alerta "pues ellos viven siempre desconfiados y con mucho recelo y cuidado, le advertía el comandante del "Amelia"? "Saben que la mayoría de los buques transportistas se dirigen a puertos que dominan los españoles portando documentos falsos y en esos casos los tratan de rebeldes e insurgentes", le insistía el militar español. Debía pues, tomar la mayor de las precauciones, donde se protegiera, además de sus vidas, la certeza de su arribada a Vigo.

Precauciones

El comandante del Amelia le señalaba que el bergantín Paquete de Bilbao en el supuesto de ser avistado por algún corsario francés, le detendría bajo el pretexto de revisarle la carga, teniendo el capitán la obligación de entregarle los documentos donde se acredita que la mercancía transportada es legal, no se trata de contrabando de guerra ni lleva otras mercancías prohibidas, pues va dirigida a puertos españoles. En este supuesto el bergantín sería registrado a fondo y hallándole los documentos secretos serían severamente castigados, La embarcación sería embargada y el cargamento requisado. Su capitán y tripulación recibirían la máxima pena, serian ahocados por colaboracionistas con los insurrectos.

La estratagema

En previsión de que esto sucediera debía prepararse un ardid creíble y convincente capaz de engañar a los desconfiados franceses. Se empleó la fórmula siguiente. El bergantín "Paquete de Bilbao" portaría en sus bodegas cargamento de hierro de las fábricas de fundición con destino a la colonia española de Veracruz (México).

Llevaría también cartas y correspondencia de particulares para Vigo, Cádiz, Veracruz e Inglaterra (este último, por extraño que parezca, era nuestro aliado en la lucha contra Napoleón). Por consiguiente al bergantín se le proveyó la oportuna documentación expedida por del gobierno español y para mayor legalidad "se nos proveyó además de pasavante del gobierno intruso" francés y de esa manera todo estaría en regla, todo legal, nada que pudiese despertar sospecha de "portadores de papeles falsos" y así de esta suerte "salimos a navegar", concluía el capitán español.

Añadía en su declaración que cuatro horas más tarde de haber salido de Bilbao, divisó un navío que se dirigía hacia ellos, enseguida se apresuró a enarbolar pabellón inglés (aliado), nosotros le correspondimos izando la española. "Mi primera intención fue huir", dijo el español; pero enseguida comprendí que nos daría pronto alcance, como así sucedió. El navío de bandera inglesa se acercó a nuestro bergantín y a pesar de dirigirse a nosotros en inglés, simulando ser aliados, no caímos en el engaño. Los españoles pronto comprendimos que se trataba de pabellón falso, sabíamos que era francés, un truco muy empleado con intención de cogernos desprevenidos. El que les hablaba en inglés les ordenó por la bocina echaran su bote al agua y llevasen a bordo del corsario los documentos de navegación. Antes de embarcar en el bote, "di orden al segundo piloto y al contramaestre que si no regresaba al bergantín debía suponer que me tenían retenido en el corsario " y los franceses vendrían a registrar el bergantín y en ese caso debían tener los documentos a mano y arrojarlos con disimulo al fondo del mar.

Señalaba el español que a bordo del corsario, el capitán francés leyó detenidamente nuestros papeles, dejó el disimulo inglés y nos hizo varias preguntas en francés?, que si llevábamos otros más papeles o si guardábamos otra clase de documentos etc. Le respondí que no teníamos más y como desconfiase de mis respuestas nos retuvo abordo. Entonces dio orden a miembros de su dotación fuesen a registrar nuestro bergantín.

Cuando el segundo piloto y el contramaestre desde el Paquete de Bilbao , vieron venir nuestro bote con corsarios franceses a bordo sin los españoles, se apresuraron recoger los papeles secretos y arrojarlos por la borda al fondo del Cantábrico, "con el mayor sigilo y disimulo", confesaba el español.

Después de cachearlo de proa a popa, después de haber "examinado todo con el mayor cuidado" incluyendo "las cajas y enseres de los marineros", los franceses regresaron al corsario diciéndole a su capitán no haber hallado nada sospechoso por lo que el falso inglés "les dio por libres y continuásemos la navegación" registraba en acta el notario.

Epílogo

El Paquete de Bilbao cumplió su primer cometido, engañar al francés. No así pudo realizar su segunda parte, la entrega de los documentos secretos y guarde silencio a quién iban dirigidos ¿Al general La Carrera, a Pablo Morillo, al Marqués de La Romana, Cachamuiña?? Y no digamos de su contenido. Nunca se sabrá.

Finaliza el acta notarial diciendo que una vez malograda su primordial misión, el bergantín Paquete de Bilbao continuaría viaje llevando el cargamento de hierro a su punto de descarga. Señalaba también que todo lo dicho y testificado sea dado por verdad y no se le culpe a este capitán ni a la tripulación de no cumplir el cometido sino sea culpable el enemigo francés.

Firman la declaración como testigos, D. Francisco León de Azaola como su segundo piloto .- Joaquín Fandiño su contramaestre y Patricio Bidaurrazaga el carpintero "?Concluye diciendo: " y otros oficiales maiores y de mar que vienen a bordo.".

(*) Profesor e investigador de Cangas

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