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Cuando el coronavirus muere

"Es muy triste la situación", aseguran en los tanatorios, con velatorios sin admitir duelo

Tanatorio de Moaña. // Gonzalo Núñez

Ayer fue un día tranquilo en los tanatorios de Cangas y de Moaña. No había, afortunadamente, cadáveres que velar al contrario que en la capital de España en donde el Palacio de Hielo se ha tenido que convertir en la gran morgue de Madrid ante la saturación de cadáveres en los crematorios y hospitales debido a las muertes por el coronavirus. "Esta situación es demasiado triste", asegura María Cruz, propietaria del tanatorio de Moaña. Está acostumbrada a convivir con la dureza de la muerte, pero no con lo que se está viviendo: "Hay familias que nos dicen mi madre, mi padre o mi hermano no se merecían esto". Se trata de familias que tienen que decir su último adiós a un ser querido sin poder admitir las condolencias de sus vecinos o de sus amigos, casi en secreto, en un tanatorio cerrado solo para ellos porque así obligan la normas.

Desde el decreto del estado de alarma, los velatorios solo se pueden realizar con la familia más directa. En el caso de Moaña las salas del tanatorio no pueden admitir a más de 6 o 10 personas: "La gente ya lo sabe y solo vienen los hijos a velar el cadáver, ni siquiera los nietos. Es muy triste. Lo hacen además con mascarillas y guantes", señala María Cruz, que añade que ahora se ha establecido un plazo de 24 horas, cuando antes podía ser hasta las 48 horas, para proceder a los enterramientos o a la incineración. En este último caso se tiene que realizar fuera de la comarca porque en O Morrazo no hay crematorios y hay que acudir a Vigo, Pontevedra o Redondela.

La gerente del tanatorio asegura que se han adaptado las instalaciones a las nuevas normas y en la recepción hay geles de hidroalcohol y guantes; las mascarillas las suelen traer los familiares de la persona difunta "que se ven todavía más tristes de no verse arropados y acompañados por más personas con las que hubieran querido tener al lado".

Por el momento no se han dado casos de fallecimientos por coronavirus, aunque María Cruz asegura que ellos no son funeraria.

La empresa Pompas Fúnebres de Cangas, que gestiona el tanatorio de la localidad sí lleva la tarea de funeraria. Trabajan una decena de personas y algunos de los empleados consultados aseguran que están viviendo la situación también con temor porque cuando van a recoger un cadáver "no sabes qué te vas a encontrar".

Ellos ya están dotados con EPI, que son Equipos de Protección Individual y aseguran que ahora acuden con mascarillas. A estas alturas de la pandemia dicen que la gente se va a acostumbrando, pero al principio chocaba mucho.

Aunque aseguran que no han tenido confirmación de ningun fallecido por coronavirus, sí que estuvieron ante una sospecha. En todo procedimiento de recogida, el médico siempre deja un informe de las causas de la defunción, pero en un caso al que acudieron hace poco, no estaba esa documentación y el fallecimiento se había producido con toda la sintomatología de un coronavirus. En el tanatorio de Cangas, por espacio, las salas de velatorio pueden acoger hasta 20 personas y al haber exterior se evitan también esas concentraciones prohibidas. Las instalaciones están llenas de geles desinfectantes para las manos, se desinfecta de forma continua, las puertas están siempre abiertas y hay activado un sistema de ozono que ayuda a la limpieza del ambiente, aseguran al hacer referencia a las medidas de higiene.

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