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Una corrección en el linaje de los Aldao

El autor relata el viaje de dos integrantes de la Orden de Santiago, en 1688, para comprobar la nobleza de un descendiente de la casa

Una imagen del Pazo da Torre, en la parroquia de Aldán. // Gonzalo Núñez

Corría el año 1688, cuando el caballero Don Rafael Hurtado de Herrera y el religioso Don Manuel Gascó de la Peña, se dirigieron desde Madrid hacia la villa de Pontevedra en busca del señor de la Casa de Aldao. Su encargo era probar la nobleza de sangre de un vecino de San Adrián de Cobres, que quería conseguir su admisión como Caballero de la Orden de Santiago, a la que ya pertenecían ambos. Se trataba del Sargento Mayor Juan Gonzalo de Castro y Aldao, el cual afirmaba que sus abuelos paternos eran de la "feligresía y villa de San Ciprián de Aldao", y descendientes de los señores de la casa, fortaleza y solar de Aldao y su jurisdicción. Para lo cual, disponían de una cédula real que les permitía tomar testimonio a las personas que quisiesen.

En Pontevedra preguntó por José Francisco de Gayoso y Aldao, fundador diez años antes de la, hoy en día famosa, Cofradía de San Sebastián. Este hidalgo pontevedrés era poseedor de dicho señorío, entre otros, por matrimonio con Ana María de Aldao Castro y Maldonado, su prima hermana, que había colgados sus hábitos como monja en un convento de Santiago para tomar posesión de su rico legado.

Pero no lo encontraron allí, porque se había retirado a vivir a la Torre de Aldao "para cuidar de su hacienda y cobrar de sus vasallos". Fueron a Aldán y allí encontraron dicha torre situada "sobre un peñasco, fábrica de cantería con tres cubas por cantones coronadas de almenas y, en ellos, sus troneras, que muestran bien su antigüedad" y sobre la puerta un escudo de seis roeles, propio de los Castro, y cinco flores de lis, de los Aldao, prueba de que habían llegado a la casa correcta.

Allí lo encontraron y le preguntaron, bajo juramento, sobre si era cierto que era nieto de Francisco de Castro y Aldao, señor de Aldao, hermano mayor de Benito, abuelo del aspirante al hábito de la Orden de Santiago, e hijos ambos de Alonso de Castro y Aldao. A todo afirmó que esa era la verdad, pública y notoria.

Don Rafael y Don Manuel también buscaron pruebas documentales en la iglesia contigua, acompañados de su rector, Don Bartolomé Gayoso Figueroa y Aldao, hermano de José Francisco. El sacerdote los condujo dentro de la sacristía, y les mostró las partidas sacramentales que se guardaban encima de un cajón. La comitiva santiaguista las consideró en muy mal estado, pues estaban sin foliar y sujetas, solamente, por un pergamino de una hoja de un libro de canto llano. Constataron que las partidas de nacimiento, se comenzaron a registrar a partir de 1558, y hallaron la de Benito de Castro y Aldao, con fecha de 12 de octubre de 1560 y la de su boda con María Arias el 14 de febrero de 1584. En ambas se mencionaba a Benito como hijo de tales Alonso de Castro y Aldao y de María Bermúdez, dueños de dicho señorío. Tras lo cual, se llevaron dichos libros, como prueba de ello, para el Real Consejo de Órdenes Militares.

Estos datos contradicen las genealogías que se han publicado hasta el momento, las cuales adjudicaban dicho señorío a Pedro Bermúdez de Castro y a su mujer Inés de Barros y Sequeiros y, a continuación, a su hijo Francisco.

*Vecino de Cangas

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