Pasaban cinco minutos de las 16.00 horas de ayer cuando el jefe de un establecimiento al que supuestamente robó en varias ocasiones lo vio pasar. Llevaba gorro, chándal y sujetaba una bicicleta mientras encendía un pitillo. Se paseaba lentamente por la carretera mirando de medio lado, consciente de que desde la acera lo estaban siguiendo con la mirada. Con el sosiego de saberse a salvo a pesar de las muchas denuncias que recaen sobre él, se sube a la bicicleta y gira para un aparcamiento con la intención de buscar plaza de gorrilla, que se le niega. No habían transcurrido ni tres horas desde que los comerciantes de la villa hubiesen mantenido una reunión con el alcalde de Cangas, Xosé Manuel Pazos, donde se les dijo que el 25 de marzo se iba a celebrar una reunión de la Junta Local de Seguridad en la que se abordaría el grave problema de los sucesivos robos que se producen últimamente en los comercios de la villa.

Había ya dado una vuelta en la bicicleta cuando llegó una patrulla de la Guardia Civil de Cangas. Se bajó del vehículo y encaró una bocacalle ante la atenta mirada de los viandantes. Los agentes se acercaron al individuo acusado de perpetrar varios robos. Fue identificado y la patrulla y él continuaron su camino. El individuo volvió al poco rato a pasearse con su bicicleta por delante del establecimiento que en su día supuestamente robó.

Son precisamente estos comportamientos los que encolerizan a los afectados por los robos,algunos e los cuales han colgado carteles en sus puertas y escaparates para advertir a los ladrones que no se acerquen, que están "cansados de que estén jugando con el pan de nuestras familias".

Ese sentirse a salvo viene tras las denuncias y haber estado en el cuartel de la Guardia Civil. Pero lo que se pide es que nadie pierda los nervios. En estos momentos el control ya es mayor y comentaban ayer los comerciantes al salir de la reunión con el alcalde que esta semana, aunque no hubo robos, hubo algún intento que fracasó, tal vez por la poca habilidad del autor.

El Concello de Cangas poco más puede hacer que lo que hace: convocar a la Junta Local de Seguridad con el fin de pedir a la Subdelegación del Gobierno una mayor presencia en las calles de la Guardia Civil, al menos hasta que no se incorporen a sus puestos de trabajo los 12 policías que están ahora mismo pasando el trámite de la Academia Galega de Seguridad, en A Estrada. El alcalde Xosé Manuel Pazos y el jefe de la Policía Local, Alberto Agulla, explicaron a los comerciantes que esos doce policías que iban a venir no eran auxiliares de policía solo para el verano, sino plazas fijas. En este sentido, los propios afectados quedaron más tranquilos, como señala Carmen Pereiro.

Ahora, los acusados de perpetrar los sucesivos robos buscan otras maneras de subsistir. Se aferran a las viejas tareas de gorrillas, en donde compiten con los profesionales de este floreciente negocio en Cangas. Allí compiten por el territorio con gente que vive de las propinas que se antojan obligatorias ante el temor que el vehículo sufra algún daño. Los hay veteranos en esta faena que están alejados de esos robos que están causando alarma social. Son los que ahora aguantan la llegada de aquellos que se sienten ya señalados y vigilados. En las inmediaciones del Concello de Cangas, la tarifa del aparcamiento está alta. Allí hace tiempo que hay competencia en la profesión de mostrar las plazas que hay libres para aparcar. Estar arriba no es fácil y alguna que otra vez la tensión provoca roces e intercambios brutales de pareceres.

Pero no ofrece Cangas esa imagen de villa saqueada y en permanente desasosiego por las actuaciones de los amigos de lo ajeno. Esta oleada de robos comenzó en el verano y se espera que poco a poco vaya remitiendo.