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El purgatorio del peto de ánimas de A Madalena

La saturación de cirios deteriora las imágenes policromadas y los vecinos piden alternativas a los fieles y que la Administración actúe

El conjunto escultórico, en el kilómetro 16 de la PO-551. // S.Á.

Orballaba ayer por la mañana en A Madalena y Carmen Piñeiro, directiva de la asociación vecinal, observaba bajo el paraguas que portaba su marido, Antonio, las figuras del peto de ánimas asediadas por el fuego de los cirios, muchos de ellos depositados durante las recientes fiestas de San Blas y otros que algunos fieles van renovando practicamente a lo largo de todo el año. "Cada uno pide por los suyos y se le tiene mucha fe", añade Isabel, una devota que se encarga de cuidar el ofertorio y que también deposita el suyo. No menos de una veintena de velas saturan el pequeño espacio que comparten con un vistoso ramo de flores a los pies de unas figuras en relieve cuya policromía original se ha ido perdiendo detrás del humo que las cubre, al igual que alguna de sus extremidades asediadas por el fuego.

"Hay que actuar, poner en valor todo el conjunto y adoptar soluciones para evitar nuevos daños", demandan los vecinos, que recuerdan que hace una década el Concello de Cangas sufragó unos trabajos de restauración realizados por el artista Manolo Coya que le devolvieron a la escena buena parte de su esplendor original, pero desde entonces el deterioro ha sido progresivo. Además, ya han tomado algunas medidas por su cuenta, como baldear con lejía el entorno tomado por la cera que se desparrama por la piedra hasta la acera.

Esa manifestación material de culto a los muertos y piedad popular erigida en A Madalena mucho antes de que la carretera le pisara los pies -algunas fuentes datan ese peto de ánimas en el siglo XVIII, aunque sin documentarlo- dispone de una reja de hierro que debería salvaguardar las figuras, pero el candado hace mucho tiempo que quedó en desuso y cualquier persona puede ahora abrirla y manipular lo que alberga. De hecho, hace unos años ardió un contenedor en las inmediaciones con los cirios del ofertorio que alguien depositó de madrugada, y también se registraron hurtos puntuales de dinero que muchas personas devotas introducen en la hucha.

El vecindario no ve claro quién tiene la obligación de actuar para que ese patrimonio común no se pierda, pero sí que la Iglesia, la Xunta, la Diputación y el Concello deben tomar medidas, "cada uno con sus competencias", para que la situación no vaya a peor y el deterioro del conjunto sea irreversible. Sanear y restaurar las imágenes policromadas, habilitar un sencillo pedestal para las velas más cerca del suelo y precintar el enrejado son algunas medidas que se podrían tomar a corto plazo y con escaso presupuesto, además de lograr la complicidad de los devotos. De lo contrario, el purgatorio de A Madalena corre peligro de arder en el infierno del abandono.

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