Las campanas de la iglesia de San Cibrán de Aldán repican con fuerza, pero como en casi todas las parroquias, ya no se mueven; suenan por una grabación que llegó con la modernidad que, sin embargo, no puede con una tradición que sigue moviendo a esta parroquia desde antes de 1678, a través de su danza en honor a San Sebastián. La danza sí hizo mover ayer la tierra bajo los pies en el atrio. La misa solemne de las 12:30 todavía no había acabado a las 13:15 y por la pequeña callejuela hacia el Torreiro subían los más variopintos devotos a este santo, los que lo hacen porque tienen depositadas todas sus esperanzas en su poder milagreiro; los curiosos y también los que disfrutan del festivo para reunirse en familia o entre amigos.

Por el Torreiro subían 14 senderistas de Vigo, pertenecientes al grupo de "Los lunes al sol" marcando una puntualidad casi británica para llegar a la salida de los santos en procesión. Caminaron unos 14 kilómetros desde Bon de Arriba, en Bueu, y llegaron poco antes de que el párroco de Aldán, Juan Pego, y ya con los danzantes preparados para iniciar el baile, pedía con la confianza que les une a sus fieles, un hombre para portar al santo.

Uno de los senderistas, animado por el grupo, no dudó en atender la llamada del párroco que pidió nuevamente un segundo portador. Con las dos cuadrillas formadas y con el repique electrónico de las campanas, San Sebastián y la Virgen del Carmen salían de la iglesia a hombros de cuatro hombres, cada una de las imágenes, para iniciar una procesión alrededor del atrio que arrancó con los diez galanes, cinco damas y el guía, al son de gaita y caja, haciendo las venias a los santos. Tres pasos hacia delante, genuflexión y tres hacia atrás, y así en varias ocasiones, sin hacer sonar las castañuelas en las manos de los galanes, mientras el público, que llenaba el pequeño atrio, buscaba donde colocarse para ver la ancestral danza, incluso bajo la andas de las imágenes.

La procesión comenzó así con el tradicional recorrido alrededor de la iglesia, con los danzantes abriendo camino, sin dar nunca la espalda a los santos y seguidos del párroco y del predicador, que ejerció el sacerdote de Santiago Luis Bernadal.

Antonio Docampo lleva muchos años de guía en la danza y ayer volvía a demostrar sus dotes en este cargo de responsabiliad. Dirige los pasos de los 10 galanes, y 5 damas que forman la danza, ellas flanqueadas en hilera por los hombres y luciendo los característicos sombreros altos de flores. Sus enaguas bajo faldas largas blancas, su mantón negro y mandil -donados este año por Frigoríficos del Morrazo- y sus coloridos collares y llamativos pendientes, contrastan con la sobriedad de los trajes de los hombres, oscuros, con solo el color de la banda roja y amarilla, y con sombrero, que sirve como elemento para el baile.

Es en uno de los laterales de l atrio en donde damas y galanes, al son de la gaita y la caja, que interpretan Cesáreo Coya y Jorge Gestido, respectivamente, protagonizan la danza y contradanza. El baile empieza con pasos monótonos y acaba con una muiñeira a más ritmo, que es la contradanza, al cabo de una media hora. Los asistentes no cesaban de grabar el momento en sus móviles y sus tabletas y al final fueron muchos los que se quisieron hacer la foto oficial con las damas y galanes en una especie de "alfombra roja" por la que desfilaban en su papel de protagonistas.

Las hermanas Irene y Lucía Dacosta bailaron este año juntas, la segunda de ellas por primera vez: "Ha sido muy buena la experiencia. Aunque hemos estado ensayando, ha sido hoy cuando bailamos la danza al completo. Estoy contenta", señala esta joven estudiante del Ciclo Superior de Química, de 19 años, temerosa de saber llevar bien el sombrero de flores. La danza es larga y el sombrero, para que no caiga, aprieta.

Con llantos pasó, sin embargo el día, Lara Martínez, que llevaba bailando tres años y que en esta ocasión no pudo por un examen que tenía a las cuatro de la tarde en A Coruña. Su padre Julio Capilla lo hizo como desde hace 28 años, aunque con su la ausencia. Entre el público, seguía la danza José Carlos Docampo, presidente de la Asociación Cultural San Sebastián que hace que esta tradición ancestral siga manteniéndose en la parroquia; y Carmiña Pérez, una de las grandes devotas.

Cuando ya todos se retiraban a comer subía por O Torreiro una persona clave en este día de fiesta, Jesús Baqueiro, el fogueteiro. Hbía lanzado un par de cientos de bombas y fuegos, coordinado con su compañero que desde el atrio le indicaba el momento. Por la tarde estaba previsto repetir la danza en el Torreiro y en la alameda.