El eucalipto que presidía el atrio de San Amaro había comenzado a dar problemas. Sus 50 metros de alto y su envergadura, con ramas grandes que empezaban a quebrarse, amenazaban que cayeran sobre la capilla. Los vecinos, pero sobre todo la comisión de fiestas, que fue quien formalizó el contrato, temían lo peor: que alguna de las grandes ramas cayera sobre el tejado del templo o dañara a los feligreses que acuden a la liturgia. La única solución era la tala. Así que se contrató a la empresa Maderas Freire, que fue la que tumbó el árbol, mientras que otra de Beluso, Mundo Verde, había acudido el día anterior a realizar una poda en altura para facilitar los trabajos posteriores. Utilizaron un camión grúa para llegar allí donde el eucalipto se hace endeble y que en días como estos toca las nubes bajas,arrepintiéndose.

Así cae un árbol gigante de 50 metros en Cangas

Así cae un árbol gigante de 50 metros en Cangas

Así cae un árbol gigante de 50 metros en Cangas. // FdV

Comenta Manolo Freire que a partir de los cuatro metros, el árbol ofrecía una doble guía que hacía mayor su envergadura y que una parte del tronco se inclinaba hacía la capilla. No había un riesgo demasiado grande ahora mismo, pero si se tarda más tiempo el peligro aumenta. Freire comenta que los 25 años que lleva trabajando en la corta de árboles, nunca taló un eucalipto de estas dimensiones, que se antojaban más grandes cuando se veía el árbol ya derribado. Este fantástico eucalipto, que no llegó a centenario, medía 2,40 metros de ancho en la base y 1,60 en la copa. Pesaba 30 toneladas. No es habitual ver un ejemplar de estas dimensiones y mucho menos tumbado.

Los vecinos próximos a la capilla de San Amaro, en Menduiña, siguieron el martes, miércoles y ayer toda la operación. Primero vieron cómo unos hombres se subía a lo alto y podaban las grandes ramas, después comprobaron la pericia de la empresa Maderas Freire para tumbar el árbol. Primero lo sujetaron con cables, serraron y con un tractor tiraron hasta que cayó a la zona donde los profesionales habían elegido que lo hiciese. Ahora el atrio ya queda libre para instalar una carpa donde cobijar la fiesta patronal, que parece que esa es la idea principal de la comisión de fiestas, según comentaban los vecinos del lugar. Ya no habrá que temer que algún temporal, como lo dos de final de año, rompan las ramas del gigantesco eucalipto y caiga sobre el templo eclesiástico.