Antonio Pernas Varela (A Coruña, 1972) fue el arquitecto encargado de la rehabilitación de la iglesia románica de San Xoán de Tirán en 2017, que este mes de marzo recibió el Premio del Colegio de Arquitectos de Galicia (COAG) en la modalidad de rehabilitación. Pernas acudió desde su ciudad, el sábado, al "roteiro literario" por Tirán que pasó por los puntos aparecidos en la novela de Domingo Villar "O último barco", ambientada en esta parroquia. Explicó, dentro de la iglesia cuya traza original es del siglo XIII, cómo se produjo la intervención en el templo que comprendió la rehabilitación integral de las cubiertas y sus estructuras; la intervención en el coro alto y su escalera; la recuperación de la puerta medieval de la fachada norte; el tratamiento mural y el pavimento interior. También se acometió una adecuación funcional de la sacristía, la sustitución de carpinterías exteriores y la renovación de la instalación eléctrica y el alumbrado. En su intervención explicó que el COAG presentó esta misma obra a la preselección para el Premio de Arquitectura Española. El fallo del jurado debe conocerse antes de final de mes.
-¿Es muy especial esta nueva candidatura?
-Al ganar el premio del Colegio de Arquitectos, este organismo presenta éste y otros proyectos galardonados al premio nacional. Va en la categoría de rehabilitación, pero yo creo que no hay posibilidades de ganar porque va a pelear con obras de gran envergadura. La Xunta también presenta a concurso otras obras.
-¿Cuáles fueron las líneas básicas que adoptó para la rehabilitación de la iglesia de Tirán?
-Se buscó hacer mejoras funcionales del interior de la iglesia, para ganar aforo. Para conseguirlo la pila bautismal se pasó a la parte de la cabecera y la escalera se colocó en donde estaba la pila. Así se ganó espacio para las personas. El coro alto se aumentó un poco de tamaño. Además otras actuaciones fueron para mejorar la estética del edificio. La estructura de la cubierta se había arreglado a mediados del siglo pasado, con hormigón, así como una obra en el coro. Deslucían el aspecto del edificio. La cubierta estaba por debajo del nivel del resto de la iglesia. Se conservaron intactas todas las partes valiosas y en las nuevas buscamos un mismo lenguaje, pero actual. Por eso se hicieron con técnicas actuales como arcos de madera y tableros curvos. Mejoró un poco la altura del coro y se ganó perspectiva en la entrada de la iglesia. En el coro ya no hay elementos que impidan la visión.
-Además se descubrió la famosa puerta medieval de la fachada norte. ¿Su existencia no estaba contemplada previamente?
-No. Estaba tapada por una construcción anexa por fuera y el acceso a este cuarto desde dentro de la iglesia estaba bloqueado, la vimos al comenzar a desmontar las cubiertas. Salió en la revista de la Asociación de Veciños de Tirán, O Pegho, y eso permitió que se ampliase el alcance de la obra. Fue una sorpresa y obligó a rehacer un poco el proyecto tras consultar con Patrimonio. Se descubrió su arco en medio de la obra. Se abrió una entrada de luz que permite la visión del arco desde fuera y mejorar la iluminación interior de la iglesia.
-¿Le sorprendió haber conseguido el Premio del Colegio de Arquitectos de Galicia por esta reforma?
-Sí. Me sorprendió. No contaba con ello porque hay buenos proyectos y la competencia es dura. Se trata de una obra pequeña y no me lo esperaba.
-Seguro que ayudó a dar a conocer un poco más la iglesia de San Xoán de Tirán, que era poco conocida fuera de O Morrazo. ¿No piensa?
-La iglesia de Tirán está en un entorno muy especial. No es bueno que el premio conseguido dé una imagen distorsionada. La actuación en sí misma no debe ser la protagonista. La cubierta nueva es atractiva, pero es un acompañamiento, lo que se siguen viendo y es importante son los pilares románicos, por ejemplo.
-¿Le sorprende lo poco conocido que era este templo?
-Ahora, con la novela de Domingo Villar, ya está cambiando la situación y la gente va más por allí, pero también está bien que existan sitios desconocidos. La parroquia de Tirán está un poco independiente entre Moaña y Cangas y eso también tiene encanto.
-Hoy en día choca mucho que partes como el coro alto se reformasen, a mediados del pasado siglo, con hormigón.
-Sí, pero los arquitectos tienen que trabajar con los medios de los que disponen en su entorno cercano. Además, en esta iglesia está el condicionante de que es imposible instalar una grúa, por lo estrecho del acceso al atrio. Se emplean materiales ligeros. En ese momento el hormigón era la tecnología más accesible y buena. Ahora cambian las intervenciones de restauración porque aparecen materiales nuevos. Por ejemplo, los muros de la iglesia estaban rejuntados con mortero de cemento, ahora se sabe que el tradicional mortero de cal es mejor, porque es más elástico y deja transpirar. Eso también se corrigió.
-¿Identificó alguna zona del entorno de esta iglesia que necesite una rehabilitación?
-Sería muy interesante poder eliminar el tendido eléctrico aéreo del entorno. También quedó sin intervenir el exterior de la iglesia, que también tiene rejuntados de cemento y cosas en las que se podría actuar, pero lo más importante es el espacio usado por la gente.
-El "roteiro literario" organizado por la Asociación de Veciños y por la Lonxa Literaria, ¿le pareció un buena iniciativa?
-Mucho. Estas iniciativas culturales son muy importantes. Expliqué allí que una de las funciones de los premios del Colegio de Arquitectos es la difusión cultural, más allá de quien gane, porque todos los finalistas podrían ganar. No es tan distinto a la labor de la asociación vecinal con la revista O Pegho, que da a conocer la zona y tiene artículos culturales. Con esa intención de difundir participé en la ruta.
