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Una nueva 'Nube' en el cielo

Una familia de Moaña dedica una esquela en el decano a su perra recién fallecida

"Nube", tras ser acogida por la familia de Moaña. // FdV

Para una familia de Moaña el cielo cuenta desde esta semana con una "Nube" más, aunque eso signifique que aquí abajo haya quedado un enorme vacío. La sección de esquelas de FARO publica hoy una nota necrológica muy especial, con un texto que decía "Hemos compartido lo mejor que teníamos, pero tú fuiste la que más diste. Eres muy grande. Nos dejas tristes, pero con mucho amor". La destinataria de este mensaje tan emotivo es "Nube", una perra de unos once años recién fallecida. Su familia de acogida, formada por Pati, Rodrigo, Tiziana, Ro y el abuelo Manuel, ha querido dedicarle un último gesto de reconocimiento a un animal que no tuvo una vida fácil. Una existencia en la que conoció la peor cara del ser humano, pero también la mejor.

Rodrigo y Pati la encontraron en San Vicente de Trasmañó después de dar un paseo y el animal, pese a mostrar signos de estar educado, parecía abandonado y siguió a la pareja hasta su coche. "No nos la sacamos de la cabeza y un par de días después llamamos a un local de la zona, donde nos dijeron que llevaba por allí alrededor de un mes. Así que les pedimos que la retuviesen y nos hicimos cargo de ella", cuenta Rodrigo, que durante varios momentos de la conversación no puede ocultar su emoción al recordar a un animal al que "le dimos todo lo que le pudimos dar, pero ella nos dio mucho más".

Después de comprobar si tenía chip y de cumplimentar una serie de pasos legales, como la denuncia ante la Policía Local y Guardia Civil o la colocación de carteles, la pareja adoptó definitivamente a la perra, a la que bautizaron como "Nube". "Cuando la recogimos no pesaba ni 7 kilos y hubo que cortarle el pelo. Todo ese pelo que le cortamos pesaba medio kilo", recuerda Rodrigo. Esa sin embargo no era la peor secuela del abandono. En la clínica veterinaria encontraron signos de golpes que evidenciaban que la perra, una bichón maltés mestiza, había sufrido malos tratos. Quizás las peores secuelas eran las psicológicas: al principio "Nube" mostraba auténtico terror cada vez que sus nuevos dueños salían de casa ante el temor de un nuevo abandono.

El nombre de "Nube" procede precisamente de aquella mata de pelo. "Era como una bolita redonda y clara. Tenía que ser Nube", manifiesta Rodrigo.Al llegar a su nueva casa la estaba esperando una cuna en la que poder descansar y recuperarse. "No se había visto en una así antes: se fue hacia ella y durante días se atrincheró en la cuna, no había forma de sacarla de allí", recuerda con una sonrisa. Las secuelas psicológicas del maltrato anterior se reflejaban de diversas formas, como el bloqueo ante la oscuridad, al subir o bajar escaleras o ante el agua.

"Solo daba amor y gratitud. Cuando mi mujer se quedó embarazada tuvo un embarazo de alto riesgo, por lo que tuvo que pasar mucho tiempo en reposo y en el sofá. Durante todo ese tiempo "Nube" estuvo con ella y ponía su cabeza en el vientre", recuerdan. Cuando nació la primera hija del matrimonio tenían miedo a que el animal inicialmente se sintiese rechazado, pero su reacción fue la contraria. "Dormía debajo de la cuna de la niña y cuando íbamos paseando con el carrito no permitía que se acercase nadie. La sentía como suya", rememoran. Tanto que a veces incluso, con algo de resignación, compartía sus juguetes con aquel nuevo cachorro humano.

A pesar de los cuidados de su nueva familia "Nube" arrastró algunos problemas de salud, como cuando le detectaron un soplo cardíaco y que tenía el corazón anormalmente grande. Este diagnóstico coincidió en el tiempo con el nacimiento del segundo hijo de la pareja. "Normal. Antes éramos tres, pero al nacer Ro tuvo que hacer más grande su corazón para querernos a todos", argumentó con una claridad contundente la hija de la pareja.

Esos problemas fueron a más en los últimos tiempos y el animal era plenamente consciente. "Dicen las personas mayores que cuando los animales sienten que se acerca la muerte vuelven a sus instintos más primarios, que pasan por morir solos y fuera de casa", explica Rodrigo. Cuenta que "Nube" dejó de comer y se pasaba horas sentada delante de la puerta, como esperando a que le dejasen salir.

Por recomendación de los veterinarios la familia finalmente tuvo que solicitar una cita para aplicarle la eutanasia a la perra, con el fin de evitarle un sufrimiento terrible y que desembocaría en una muerte por asfixia. No obstante, el instinto animal volvió a reflejarse una vez más. "Hace unas noches vino a mi lado, se apoyó en mi pierna y empecé a acariciarla como le gustaba. Después fue a sentarse delante de la puerta, como queriendo salir. A pesar de que tenía problemas para moverse en cuanto abrí la puerta salió zumbada y fue a sentarse en el camino. La volví a coger allí y después de unos estertores falleció", relata aún emocionado Rodrigo, que cree que lo sucedido fue "como si nos quisiese ahorrar sufrimiento".

La familia entiende que para las personas que no hayan tenido un animal de compañía estos sentimientos y el hecho de dedicarle una esquela pueda parecerle extraño, pero no lo es para ellos. "Llevaba con nosotros once años, era un miembro más de la familia y cuando llegabas a casa era la primera en salir a saludar. Nos dejó un vacío terrible y esa esquela es como un homenaje", afirman. Los más pequeños aún no conocen la noticia, pero intuyen que la ausencia de "Nube" durante los últimos días no es un buen signo.

A pesar de ese sentimiento de pérdida se quedan con el cariño incondicional recibido por parte de un animal que previamente solo había conocido el dolor y malos tratos. "Las nubes están en el cielo y ahora hay una nube más", concluyen.

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