Con más de veinte minutos de retraso respecto al horario de las 20.00 horas previsto, salió ayer la procesión del Cristo de la excolegiata de Cangas. Sin motivo aparente, las imágenes cargadas por los costaleros se hicieron de rogar. En el atrio y en los aledaños de la calle Real se agolpaban los devotos con los cirios ya encendidos aunque aún faltaba más de una hora para que cayera la noche. En el templo olía a incienso a cera encendida y también a sudor de los costaleros. Los 38 del Cristo tenían que soportar los 1.700 kilogramos que pesa la imagen, a la que tiene nueva corona de espinas doradas para evitar situaciones como la de hace cuatro años, cuando la corona cayó al salir del templo. De túnica negra y capa roja aparentan más ceremoniosos que la vestimenta más proletaria de los 80 costaleros de la Virgen del Carmen. Camisa blanca y pantalón azul y fajín rojo.

Salió primero del templo la Virgen del Carmen y sonó el himno de Galicia. Después lo hizo el Cristo y la banda tocó el himno de España, al que saludaron los dos guardias civiles inmersos en el protocolo que no siempre complace a todos. Por primera vez aparecía presidiendo la comitiva de invitados la titular del Juzgado Número 1 de Cangas, Sonia Platas. Y estaban los cuatro concejales socialistas, lo que entendimos que rompía el acuerdo de separación de Iglesia Estado que se promulgó en un acuerdo plenario hace cuatro años. El alcalde de Cangas, Xosé Manuel Pazos, habría de decir después que los ediles socialistas representaban a su grupo, no al gobierno de Cangas. El Partido Popular, mayoritario en la oposición, no faltó a la cita, de la que es habitual.

Una vez puestos cada uno en su sitió salió la procesión. La imagen del Cristo tardó media hora en doblar la calle Real para encarar la calle Castelao, sin necesidad este año de cerrarse demasiado, porque alguien se dio cuenta por fin de que la tómbola que todos los años se colocaba al pie de la plaza de abastos dificultaba el paso de la procesión que, como siempre rendía culto más presenciando que participando. Pero había miles. La organización calcula que alrededor de 20.000 personas. Era un tropel de devotos de todas las edades, aunque los de la tercera eran los que tenían ganadas posiciones en los flancos y mantenían mejor las posiciones.

En el avance del séquito procesional, que encabezaba la banda de gaitas de Tromentelo, no hubo problemas en esta ocasión de cables que fueran obstáculos para las imágenes que alzaban los costaleros. Desde las terrazas de los establecimiento de Eugenio Sequeiros se reverenciaba a la Virgen y al Cristo entre goles del Barcelona-Betis y un trago de un buen vino. En este tramo, pero en el de vuelta a la excolegiata, es cuando la Cofradía del Carmen lanza la corona de laurel al mar y las imágenes de la Virgen del Carmen y la de Cristo se ponen frente a frente y se alzan. Y es muy esperado para los que están apostados en las terrazas. De inmediato sacan sus móviles último modelo o sus cámaras digitales y graban el instante para el recuerdo. Es cierto que quien más se apresura a ver ese momento que a más de un pone los pelos de punta son los turistas.

Hubo confusión en la ruta de la procesión cuando estaba llegando al Concello. Había vallas que impedía el paso a la procesión para rodear la casa consistorial. La hermandad de la Virgen del Carmen obligó a Protección Civil a retirarlas para que la procesión siguiera su ruta habitual y no por delante del Concello primero y salida por detrás, como parecía que estaba previsto.

Al final de la calle, un camión del Grupo Municipal de Emergencias y un vehículo de Policía Local impedía el acceso a Castelao, como medida de seguridad.