Que el futuro es de los niños (y de las niñas) es un tópico que se explica por cuestiones biológicas, pues el ser humano tiene un tope vital, al menos de momento. Perogrullos aparte, es alentador comprobar cómo las nuevas generaciones se preocupan por cuidar el medio y dejarlo en herencia a las generaciones que vendrán detrás. El ejemplo es de un niño que se dedicaba ayer a perseguir los plásticos que volaban del mercadillo de Cangas y cazarlos antes de que llegaran al mar entre el puerto y la playa de O Señal. Es uno menos al que se enfrentarán los peces, trasladaba a sus padres, discretamente orgullosos del comportamiento ecológico de su vástago.
Los plásticos, para quien los produce
Al margen de las lecciones cívicas, lo que hay es que hacer cumplir la obligación de recoger los plásticos y otros residuos que se generan en los mercadillos y en cualquier otra actividad que se celebre en espacios públicos. En días de viento, como ayer, terminan arrastrados al mar, con las conocidas consecuencias. Si alguien no las conoce, en el recibidor del Concello de Cangas hay una muestra fotográfica que lo explica. De niños (y niñas), una vez más.