Iago Aspas se hace eterno en Moaña. El que es sin duda uno de los mejores jugadores de la historia del Celta, el hombre que está dejando una huella imborrable en la memoria de los aficionados celestes, el mejor embajador de su pueblo por el mundo, ha cumplido un nuevo sueño, uno que, tal y como el mismo reconoció, nunca había soñado. Iago Aspas Juncal da nombre desde ayer al terreno de juego de O Casal, y lo hace tras un emotivo acto en el que estuvo arropado por unas 600 personas -el aforo máximo que pudo acceder al campo por capacidad y seguridad-, entre ellas buena parte de su familia, con su madre, María Juncal, su mujer Jennifer Rueda y sus hijos a la cabeza. No faltaron tampoco el secretario xeral para o Deporte, José Ramón Lete; el presidente de la Federación Gallega de Fútbol, Rafael Louzán; el presidente del Celta, Carlos Mouriño; y la alcaldesa de Moaña, Leticia Santos.

El campo Iago Aspas Juncal ya es una realidad

El campo Iago Aspas Juncal ya es una realidad

Con los nervios de los que carece sobre el césped y con momentos de emoción, el futbolista moañés dejó clara su pasión por el Celta y por su pueblo. Si hace poco más de diez días reconoció en el pregón de las Festas do Carme el acierto de haber regresado a casa para fichar por los celestes, ayer lo admitió de nuevo. Lo hizo cuando agradeció a su mujer el haber estado "en los momentos buenos y en los malos", en Sevilla y Liverpool, "y apoyándome para volver al Celta y ser felices aquí". Se acordó también de sus padres y hermanos, "porque somos una familia muy humilde, siempre me gustó el fútbol, y mis padres hicieron un sacrificio muy fuerte para convertir en realidad mi sueño de ser futbolista". Y tuvo una mención especial a uno de sus mayores fans, su abuelo, "que se fue hace poco y al que le hubiese gustado estar aquí con nosotros". Fue entonces cuando inquirió de forma directa al público. "Estoy un poco emocionado, ¿se nota, no?", dijo, antes de mostrar su "orgullo por estar aquí con vosotros en el pueblo, y espero que sean muchos años más".

Posteriormente Aspas admitió que "esto no lo había soñado nunca, pero es un sueño cumplido y espero que no sea el último". En los discursos coleccionó elogios. Estela Santomé, presidenta del Moaña, apuntó que "antes los equipos decían que venían a jugar a la tierra de Iago Aspas, ahora dirán vamos a jugar a la casa de Iago Aspas". Jesús Rivas, que habló en representación de la peña celtista que lleva el nombre del futbolista, y que fue la promotora de la iniciativa, apuntó que Aspas "es un vecino que presume de pueblo y que pudiendo elegir dónde vivir, ha escogido hacerlo en Moaña". Carlos Mouriño, por su parte, definió a su pupilo como "un torbellino en el campo y una gran persona fuera de él".

Tras los discursos la comitiva descubrió la placa conmemorativa del cambio de denominación del campo y luego regresó al césped a proceder a la entrega de réplicas de la misma a Carlos Mouriño, al Club Deportivo Moaña, a la Peña Iago Aspas, a Rafael Louzán, a José Ramón Lete y al propio jugador. Asimismo, este le hizo entrega a su madre de una figura de una mariscadora. María Juncal, muy emocionada, solo pudo dar las gracias antes de que la Asociación Folclórica Breogán tocase los acordes del himno gallego con todo el campo puesto en pie. La madre del futbolista fue también la encargada de exhibir toque de balón y hacer el saque de honor del amistoso que disputarían el Moaña y el Celta B, y que puso el colofón a la jornada.

Aspas, profeta en su tierra, ya no está solo en los corazones de sus paisanos. Desde ayer también lo está en su campo de fútbol.