A propuesta de la Alcaldía, pero con el consenso de todos los grupos de la corporación municipal, el pleno de este mes iniciará el expediente que marca el protocolo de honores y distinciones para dedicar la plaza y el parque infantil que hay situado frente al cementerio a Fina Acuña, fundadora de Asociación de Diagnosticad@s de Cáncer de Mama (Adicam), que falleció el 16 de julio de 2017, tras una larga lucha contra la enfermedad. Este año el colectivo cumple su mayoría de edad.

En un principio, el gobierno municipal manejaba la posibilidad de que fuese la zona verde que rodea a los juzgados de Cangas la que llevara el nombre de Fina Acuña, pero después se pudo comprobar que la citada plaza tenía ya nombre: Plaza de Galicia. Ese sitio se consideraba el más adecuado porque Fina Acuña acostumbraba a pasear a sus perros por la zona, de ahí la preferencia. El asunto también fue consultado con la asociación que ahora preside Olga Sotelo.

Fina Acuña fue hasta un año antes de su muerte presidenta de la entidad y fue un referente en la lucha contra el cáncer de mama. Ella puso el germen de lo que es hoy en día Adicam, todo un servicio de atención a las diagnosticadas con esta enfermedad. Hizo visible la lucha de muchas mujeres que aprendieron de su mano a vivir con el cáncer. Supo de la importancia de la familia en esta lucha y convirtió a hijos, maridos y padres en cómplices en la batalla. Concienció a unos y a otros del valor de la prevención y gastó su tiempo en poner en marcha actividades que hoy aún duran, como las jornadas que la organización realiza cada año. Hoy en día, Adicam no solo es un referente en la comarca de O Morrazo, sino que también lo es en Galicia, donde su ejemplo sirvió para el nacimiento de organizaciones parecidas.

Fina Acuña llevaba luchando contra la enfermedad desde que cumplió los 30 años. La primera vez que apreció en su vida fue en 1999 y fue en 2001 cuando decidió crear el colectivo que hoy en día es referencia.

La corporación municipal está unida en este homenaje con el que se pretende pagar una deuda, la que tiene el pueblo de Cangas con una mujer que desafió muchas costumbres y supo poner rostro a una enfermedad que estaba escondida en las casas, desprotegida de una sociedad que, como después quedó de manifiesto, estaba dispuesta a unirse en la lucha.

El expediente llevará su tiempo, porque ahora hay que seguir un protocolo aprobado por este gobierno y el proceso no es precisamente corto.