La historia es a veces caprichosa. "La Traviata" de Giuseppe Verdi se estrenó un 6 de marzo de 1853 en el Teatro La Fenice de Venecia y su recibimiento no pudo ser peor. El músico italiano llegó a escribirle a un amigo suyo: "La Traviata, anoche un fracaso. ¿Fallo mío o de los cantantes? El tiempo lo dirá". Al final el tiempo y la historia hablaron para situar a esta ópera entre uno de los grandes clásicos del género. El sábado llegará al Auditorio de Cangas, en una función que cuenta con sus entradas prácticamente agotadas [ayer solo quedaba una entrada en un anfiteatro, según la web de ataquilla.com]. El espectáculo será a las 20.00 horas.

"La Traviata", que en español se puede traducir como "la descarriada" o "la perdida" está basada en el texto literario "La dama de las camelias", de Alejandro Dumas (hijo). La versión que se podrá ver el sábado en Cangas está promovida por la asociación sin ánimo de lucro Promópera dentro de un recorrido que la llevará el viernes al Palacio de Congresos y Exposiciones de Santiago y el domingo al Auditorio Gustavo Freire de Lugo. El objetivo es acercar este género al público con un espectáculo de gran calidad musical y a precios asequibles.

El papel de Violeta lo encarna la soprano gallega Laura Alonso Padín y el tenor Carlos Alberto Vázquez da vida a Alfredo Germont. La parte musical contará con la presencia de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Chihuahua y con el coro de PromÓpera. La soprano Laura Alonso explica que esta asociación está formada por "músicos profesionales, cantantesm directores de orquesta procedentes de diferentes partes de Galicia, extranjeros que viven aquí y que hacen de Galicia, gracias a la emigración retornada, un gran crisol de culturas". El coro, integrado por más de 70 personas, lleva ensayando desde septiembre y se reúnen de viernes a domingo para ensayar en Santiago.

"La Traviata" es la historia de amor entre la cortesana Violeta Valéry y el noble Alfredo Germont ambientada en París y sus alrededores. La historia causó un gran revuelo en su estreno, a mediados del siglo XIX, cuando la estricta moral victoriana era el canon dominante. Donde aquella sociedad se esforzaba intentaba ocultar los vicios, Verdi los reflejó de manera abierta en esta ópera de final dramático. Una historia que intenta celebrar la vida y aquellas virtudes que debieran acompañar al ser humano, como la compasión, lealtad o el sacrificio por los demás. Todo ello contrapuesto a una sociedad férrea y de insoportable doble moral.