"Celebramos la abogacía, una profesión de altísimo valor en una sociedad justa, sana, democrática. Porque, junto a otros artífices, somos los constructores silenciosos del Estado de Derecho". Así explicó Lourdes Carballo, decana del Colegio de Abogados de Vigo, el motivo que ayer reunió a decenas de colegiados, profesionales de la Justicia y autoridades en el salón regio de la sede del Real Club Celta. Y para festejar la "existencia, resistencia y persistencia" de la abogacía, impusieron la insignia de oro a siete ejemplos de ello -dos no pudieron estar presentes-, letrados que cumplieron 40 años de ejercicio ininterrumpido en la ciudad.

El coro del Colegio de Abogados fue el encargado de inaugurar el acto ante un abarrotado salón, en el que estaban presentes el conselleiro de Vicepresidencia, Alfonso Rueda; el alcalde de Vigo, Abel Caballero; el juez decano de Vigo, Germán Serrano; el fiscal jefe de la provincia de Pontevedra, Juan Carlos Aladro; el delegado de la Xunta en Vigo, Ignacio López Chaves; entre otras autoridades. "Caminante no hay camino", de Joan Manuel Serrat; "Habanera de mi amor", de Ernesto Lecuona; y "Alma, corazón y vida", de Los Panchos, fueron los temas elegidos. "Es normal que algunos nos digan que los abogados somos unos cantantes. A partir de ahora no me parecerá mal porque somos unos excelentes cantantes", les aplaudió uno de los homenajeados, Miguel Ángel Ferreras.

Junto a él, recogieron sus insignias de oro por cuatro décadas de trabajo y dedicación, José Carballo Rodríguez, Paula Táboas Suárez, Jorge Luis Trigás Iglesias, Miguel Ángel Ferreras Díaz y Matías Movilla García. Se ausentaron Francisco Javier Cabo Cibeira y José Pérez Pousa.

Salpicando su discurso con citas de los homenajeados, la decana desgranó los motivos por los que considera que nadie se cansa de la profesión. Defiende que es "dinámica y creativa" con el "valor especial" de "poner paz en los conflictos. Destaca que desempeña "una función social y humana defendiendo a quien lo necesita con honestidad, independencia y libertad" y que "carga más" las conciencias de los que la ejercen. Asegura que "engancha y rejuvenece" transmitiendo los valores de "la prudencia, la lealtad y la cordialidad, la rectitud". "Eso nos hace buenas personas para ser buenos profesionales", sostiene.

Carballo observa en la abogacía, "la amante" de los letrados, un carácter "inquieto, inconformista, invasor, intenso, pero apasionante".

En ese mundo, la decana describió la misión de los letrados como un viaje "a las entrañas del conflicto". Enfrentamientos que no ve como algo malo, sino como "necesarios, equilibran las relaciones continuamente en tensión". "Desentrañamos sus causas y, diagnosticado el problema, exploramos sus soluciones. Las proponemos, las aconsejamos, las negociamos, las defendemos en los tribunales cuando hace falta", detalla. Y lo hacen aferrándose a la ley "cuando es clara y justa"; aprovechando sus ambigüedades", cuando no es clara; e "intentando encajarla para que haga justicia y modificarla a través los tribunales", cuando no es justa.

Y en esa inmersión en el conflicto, Lourdes Carballo cuenta que entran en las "almas intranquilas" que acuden a sus despachos demandando una solución jurídica, pero los abogados saben "que lo que quieren es tranquilidad, sosiego y dignidad". "Nuestros conocimientos no ayudan a darle una solución jurídica, pero son los valores los que nos ayudan a dar una solución humana. Vendemos tranquilidad". Y precisamente en esa "conexión" con sus clientes es donde la decana ve la mayor "fortuna" de su profesión. "Vivimos miles de vidas".

Fue su padre, José Carballo, el que inició los discursos de los cinco homenajeados presentes. A sus 40 años de colegiado en Vigo suma 25 de ejercicio en otros puntos de Galicia y uno de juez sustituto. Explicó al auditorio que para desempeñar esta labor hay que reunir tres condiciones: "Ter razón, saber decila e que cha queiran dar". A sus 88 años tienen muy claro lo que es el Derecho: "un punto de vista sobre la Justicia, no es ciencia". Ferreras Díaz. "No puedo negar que esto emociona, aunque solo sea por la resiliencia de llegar aquí", destacó Matías Movilla, que animó a los colegiados a implicarse "más para que la maquinaria cumpla su cometido constitucional". Paula Táboas destacó el carácter "colectivo y transversal" del trabajo judicial. José Luis Trigás agradeció "el aplauso a la continuidad y la permanencia en un oficio tan importante como es la defensa de la Justicia en cualquier momento".

Con los asistentes en pie, el acto concluyó cantando el Gaudeamus Igitur, a lo que le siguió un brindis. Por la noche se reunieron en el Club de Campo para una cena colegial.