En la medianoche de hoy entró en vigor la modificación del Reglamento General de Circulación por la que las carreteras convencionales pasan en su totalidad a tener una limitación máxima de velocidad de 90 kilómetros por hora en lugar de los 100. Aunque la sustitución de las señales comenzó hace unas semanas, ayer se realizaron los actos simbólicos de retirada de las últimas, en una apuesta de la Dirección General de Tráfico (DGT) por poner límites a la velocidad para tratar de reducir el número de accidentes.

En la comarca de O Morrazo se cambiaron tres señales en el Corredor do Morrazo (CG-4.1); la variante de enlace VG-4.5 a Cangas, también con otras tres señales y la variante VG-4.6 Alto da Portela-Menduiña, con otras tres.

La subdelegada del Gobierno, Maica Larriba, participó ayer en el acto de cambio de la última señal en una carretera nacional en la provincia. Larriba estuvo acompañada por la directora provincial de la DGT, Paula Yubero y el capitán del subsector de Tráfico de la Guardia Civil, Leovigildo Villar, en la carretera N-640 de acceso al puerto de Vilagarcía.

Maica Larriba explicó que esta medida tiene el objetivo de "garantizar una mayor seguridad en las carreteras porque hay varios datos que sitúan a la velocidad como una causa de accidentes" y subrayó que "el 40% de los accidentes mortales son por salida de la vía debido a un exceso de velocidad".

También indicó que el "27% de los accidentes mortales son por choque frontal y esto es porque se entró en la curva con exceso de velocidad y al salir se ocupa el carril contrario".

Por último, Larriba destacó que para "cualquier gobierno es un deber reducir estos datos de accidentes y fallecidos y garantizar una mayor seguridad vial y para concluir apuntó dos datos. Para detener un vehículo en condiciones óptimas a 90 km/h se necesitan 70 metros. Si la velocidad es de 100 km/h se necesitan 84 metros para detenerlo. Si además el suelo está mojado la distancia aumenta casi un 70 %".

La Xunta realizó el mismo acto, pero en la PO-531, la carretera de Vilagarcía, en la glorieta de Campañó donde enlaza con la VG 4.8, el acceso norte de Poio. En total, en la provincia de Pontevedra se cambiaron 102 señales en carreteras de titularidad autonómica, lo que supuso para la Xunta un coste de 13.635 euros. El delegado territorial de la Xunta en Pontevedra, José Manuel Cores Tourís, fueron 448 los elementos sustituidos.

En la comarca de Pontevedra, además del Corredor do Morrazo, se cambiaron 9 unidades en la variante de Marín, seis en la de Poio y ocho en la PO-316 en las inmediaciones de A Lanzada, pero también fue necesario en las vías entre la autovía do Salnés y Cambados y Vilagarcía .