Los concellos de Cangas, Moaña y Bueu generan algo más de 27.000 toneladas de basura al año, según los datos de 2017 que figuran en el estudio de "Servicio de pre-recogida, recogida y tratamiento" encargado por la Mancomunidad de O Morrazo a la empresa Inerproma, que fue presentado el martes a los gobiernos municipales. El estudio se encargó como base para que los concellos empiecen a trabajar en el nuevo concurso para adjudicar de nuevo el servicio, que realiza Recolte con un contrato prorrogado por un año que acaba en mayo.

El trabajo plantea tres alternativas que arrojan un horizonte complejo por lo que suponen de inversión económica a la Mancomunidad para conseguir el objetivo de estos gobiernos de ir hacia un mayor compostaje para romper la dependencia con Sogama y la incineración, que suponen 1,7 millones de euros anuales para los tres concellos. Los responsables municipales son cautos, aseguran que, por el momento, es un estudio, y que hay que esperar a la segunda parte, de viabilidad económica con respecto a los fondos de los concellos y si será posible municipalizar.

Primera opción

La primera opción del estudio, identificada como Sistema de recogida húmedo/seco (orgánico/inorgánico) supone una inversión de 12,3 millones de euros. Desaparece el contenedor amarillo de envases que serían arrojados en un contenedor verde que recogería también la materia inorgánica o la fracción resto, denominada FIRM (material higiénico, plásticos...). Habría un contenedor para la fracción orgánica (FORM), otro para papel-cartón y un cuarto para vidrio. Es el modelo del municipio de A Coruña, el Consorcio de As Mariñas y la Mancomunidad de Barbanza. En esta opción, la planta actual de O Morrazo, en A Portela tendría que ser modificada para dedicarla íntegramente a la recuperación de envases, en donde se prensarían para su traslado a un reciclador autorizado. En esta opción se plantea adquirir un terreno de 8.500 metros cuadrados, bien en el parque empresarial o en las inmediaciones. En este terreno se ubicaría una planta para tratamiento de FORM en donde se preparan y eliminan los impropios para el inicio del proceso del compostaje. Incluiría abrebolsas-alimentador (abrir bolsas y dosificar); trómel con pinchos de 60/70mm, separador de férricos, de Foucalt (extraer materiales no férricos, principalmente aluminio) y una mezcladora. También habría zona de compostaje y afino (eliminar impurezas del compost). Tiene como ventaja que la separación de envases se realiza en planta y no en origen por lo que se elimina el contenedor amarillo y hay más espacio en la calle; incrementa la tasa de recuperación de envases (la tasa de reciclaje total en la Mancomunidad es del 10%, muy lejana del objetivo del 50% de la normativa europea para 2020); incrementa los ingresos anuales por la tasa de recuperación de envases (estima 1,4 millones de euros anuales); crea 27 puestos de trabajo para ambas plantas y reduce los costes de vertido al realizar el tratamiento en la instalación. Por contra, como desventajas están que la eliminación del contenedor amarillo puede desmotivar a los vecinos a colaborar; la fuerte inversión de 12,3 millones, compra de terreno, el incremento del canon del servicio al tener que asumir los costes de explotación de dos plantas (2,5 millones de euros anuales); disponer de un vertido para materiales no reciclables y alto nivel de impropios (30%).

Segunda y tercera opción

La segunda y la tercera opción se basan en el mismo sistema actual de recogida selectiva pero con un quinto contenedor para la fracción orgánica o biorresiduo (FORM). Se diferencian en que en la segunda es de apertura libre, y en la tercera es limitada, con llave, para utilizar por participantes voluntarios e implicaría la elaboración de compost en origen mediante composteros individuales o colectivos, como ya está implantando la Mancomunidad con el plan Revitaliza de la Diputación. Esta última opción es la más económica (4 millones de euros frente a la segunda, de 6 millones) ya que utiliza las instalaciones actuales para el compostaje pero con nuevos equipos. En ambos casos sigue la dependencia con Sogama, aunque menor al hacer compostaje. La segunda opción es más cara porque opta por adquirir un terreno para una nueva planta de orgánicos, pero, como ventajas, generaría 10 puestos de trabajo y reduce también la tasa de vertido de los rechazos al ser un material ya procesado. Como desventaja está la inversión (6 millones de euros) para la nueva planta, el incremento del canon del servicio al tratar la fracción orgánica (1,25 millones de euros anules), obliga a un punto de vertido para los materiales no reciclables y tiene alto nivel de impropios (30%)

En la tercera opción, de contenedor con llave, se consigue más pureza en el material orgánico recogido al ser algo voluntario. Es un sistema, según consta en el estudio, implantado en el País Vasco y Navarra y se plantea como experiencia piloto en el futuro servicio de recogida de A Coruña, en fase de adjudicación. Envases y rechazos irían igualmente a Sogama, para papel-.cartón se designaría un reciclador y para vídrio se llevaría a ecovídrio o se acopiaría en la Mancomunidad para su carga en camión cuando hubiera cantidad suficiente. Hay incremento del canon del servicio pero es menor coste que las otras dos (360.000 euros anuales).