Casi no hay un día en el que el Concello de Cangas no reciba quejas por la masiva presencia de jabalíes en sus fincas y el destrozo de las cosechas, sobre todo de maíz. Los afectados protestan porque sus demandas de que la Xunta autorice batidas para reducir la población de estos animales y paliar las pérdidas caen en saco roto, y han comenzado a tomar medidas por su cuenta, aunque con desigual fortuna. Así, algunos propietarios de Coiro, posiblemente la parroquia más afectada, han llegado a construir cabañas junto a las fincas de maíz, donde duermen algunas noches para intentar disuadir a los jabalíes. Otros siembran sus parcelas de cacerolas y otros artilugios que puedan molestar a los invasores o colocan figuras de apariencia humana, como es el caso de un residente en O Hío, aunque las expectativas superan el éxito, según reconocen los damnificados.

La concejala de Medio Ambiente, Tania Castro, reconoce que la preocupación va en aumento y las soluciones no se concretan. Ya se reunió recientemente con una grupo de afectados que reclaman batidas para frenar la incidencia de una población de jabalíes que consideran excesiva y asegura que, aunque intenta contactar a diario con los responsables de la Consellería y hay cazadores esperando el permiso para salir al monte, las gestiones son baldías y el Concello "non pode facer outra cousa" porque se trata de una competencia autonómica. Además, desde la Xunta se desentienden de cualquier daño que se produzca en una plantación que no esté registrada como tal y los trámites para ello son más engorrosos que las compensaciones a recibir, señalan algunos vecinos.

Las visitas de los jabalíes se han hecho más frecuentes conforme el verano avanza y el fruto madura, según denuncian los vecinos desde que comenzó la temporada estival. "Veñen practicamente a diario e non deixan milleiro en pe", explicaba a mediados de agosto Manuel Boubeta mientras iba mostrando las espigas parcialmente devoradas por los cerdos salvajes en una finca de Bondiñeiro, en la parroquia de Coiro. "Comen o máis gordo e deixan o resto porque ven fartura. E as nais tiran moitas plantas para que poidan comer as crías", abundaba al escudriñar el interior de la finca, con maíces recién tumbados y un olor que delataba la reciente presencia de los animales, que ozan y retozan por el suelo en busca de alimento o de refresco. Es un ejemplo que se ha seguido repitiendo de forma cotidiana, aseguran los afectados y reconocen desde el Concello.

Seguir insistiendo

Desde la Administración local sostienen que no le queda otra vía que "seguir insistindo" ante la Xunta, porque el Concello no puede autorizar batidas ni compensar los daños ni tomar otras medidas al respecto. Sin embargo, sí tienen que tramitar las quejas de los afectados y las instancias se acumulan en las dependencias municipales, donde además no hay personal específico para atender estos asuntos. Tania Castro pide más implicación a los responsables autonómicos para paliar un problema que considera "importante".