El buen tiempo de ayer acompañó la tradicional danza de San Roque en O Hío, declarada Festa de Interese Turístico de Galicia y con una historia que se remonta al siglo XIV. Un total de quince bailarines -diez galanes y cinco damas- el guía, el gaiteiro y el caixeiro, colmaron ayer los alrededores del Igrexario con su música y danza ancestral. Un baile cuyos orígenes se atribuyen a una muestra de agradecimiento al santo por su intercesión para acabar con una epidemia de peste.

Tras la misa solemne de mediodía, la imagen de San Roque emergió en un lateral del atrio para brillar ante la atenta mirada de los asistentes a la ceremonia, muchos de ellos habituales desde hace muchos años. Después de una interpretación del Himno de Galicia, el emblemático Cruceiro do Hío observó complacido cómo a su alrededor los quince bailarines le rendían homenaje al santo con la típica danza de damas y galanes.

Los bailarines realizaron tres venias ante la cruz situada en la entrada del templo. Con un giro de 90 grados, las cinco damas, que en realidad son niños con el traje de peregrino, y los diez galanes interpretaron su danza ante San Roque. El guía es Manuel Otero, que marca los pasos y ritmo para que no se produzca ningún fallo. "Desde fai cinco anos relevo a meu irmán Eduardo como guía, que levaba 42 anos. Eu antes era galán pero ser guía é difícil e ten moita responsabilidade. Se eu fallo, fallan todos", explica.

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San Roque 2018 en O Hío: la Danza honra con ritmo al santo

Las tres filas de danzantes se alternaban al ritmo del son firme e insistente de las castañuelas que portan los galanes y que repiquetearon alegremente en toda la parroquia. De hecho, hay quien se acercó desde Sevilla para hacerse con una de ellas, como Keti Méndez. "Soy coleccionista de castañuelas para un estudio. Ya les he pedido un par", explicaba durante la ceremonia.

En las dos filas externas se encontraban los galanes, vestidos con camisa y pantalón blancos, una vieira de plata amarrada a sus corbatas verdes y un sombrero. En el centro danzaban las damas, que portaban la típica indumentaria de peregrino de San Roque. Se entrecruzaban con los pasos bien marcados para completar la coreografía.

Solos o en familia, vecinos y foráneos, no quisieron perderse la ceremonia, que tras finalizar la danza comenzó su tradicional procesión. Desde el Igrexario se dirigieron al restaurante "O Pereiro" sin perder el ritmo de la gaita. Para amenizar la procesión se encontraba el grupo "Os do Serán", que no cesaron sus melodías. También se quiso recordar este año la pérdida del maestro de la gaita Anxo Gago, Lito. "Sempre está e estará presente en nós", apuntó Cesáreo Coya.

Las calles del Igrexario se recorrieron en sentido inverso para terminar la procesión en el Cruceiro, donde se inició la Contradanza, mientras la imagen de San Roque decía adiós y volvía a introducirse en el interior del templo. Una imagen que portaba uvas. "Tienen que ser uvas maduras, pues son un homenaje al santo para que traiga una buena cosecha en esta época determinante para el vino", explicó un vecino de la parroquia.

Todo este ritual ancestral se volvió a retomar por la tarde tras la misa. Pero no todo iba a ser bailar. La festividad de San Roque se cerró con las pujas, en las que los vecinos y devotos ofrecieron a San Roque alimentos, animales o dinero. "Sobre todo hai galos, galiñas, viño, tomates, verduras... ¡Aquí hai de todo!"