Bueu cerró su XIX Festa do Polbo con un muy buen sabor de boca. La meteorología ayer no invitaba precisamente a ir a la playa, así que muchos vecinos y visitantes decidieron acudir al recinto multiusos de A Estacada, cubierto con una gran carpa, para degustar alguna de las múltiples variedades gastronómicas en las que el pulpo era el protagonista. Cuando apenas eran las nueve de la noche ya se habían superado las 5.000 raciones despachadas desde el viernes por la tarde. "Estamos en cifras semellantes as do ano pasado, o cal é moi importante porque cremos que a xente foi consciente do esforzo feito por hostaleiros e Concello para que a subida de prezos non fose tan significativa como podería facer indicar a cotización de mercado do polbo", valoraba la edil de Turismo, Silvia Carballo. En esta edición las especialidades se vendían a 6 y 10 euros.

La afluencia a la fiesta fue aumentando de manera progresiva a lo largo de las tres jornadas de exaltación del cefalópodo, uno de los recursos pesqueros y económicos más significativos de la localidad. El sábado por la noche el recinto ya registró un lleno, con más de un millar de personas durante el monólogo de Serxio Pazos. Ayer la asistencia fue todavía mayor, sobre todo a mediodía. Las instalaciones abrían sus puertas a las 12.00 horas y los puestos comenzaban a despachar a partir de las 12.30 horas. "Cuando llegamos para abrir ya había una gran cola de gente esperando para coger los tiques en el puesto de venta", explicaba ayer personal vinculado con la organización. Esas colas se mantuvieron durante toda la mañana y a la hora de comer no había un hueco libre en todo el recinto. "Os datos de vendas do mediodía do domingo foron os mellores dos últimos anos, foi algo apoteósico", subrayaba ayer Carballo.

Los asistentes tenían una amplia variedad de platos y especialidades donde elegir. Entre Rosa de los Vientos y O Rincón de Cela pusieron a disposición de los comensales un menún en el que podían escoger entre más de una quincena de formas de degustar el cefalópodo. En caldeirada, croquetas, paté, pizza, frito, a la plancha con cachelos, con habas... También había recetas más elaboradas, como la posibilidad de comer un bollo o incluso un dulce de pulpo. Tampoco podían faltar las variedades más tradicionales y demandadas por el público: en empanada, de maíz o de trigo, y sobre todo el clásico pulpo á feira. Imposible entender una fiesta de exaltación del cefalópodo sin esta última receta.

Una de las novedades de este año fue la incorporación al programa de dos sesiones vermú, una manera de intentar atraer a un público más joven y familiar a mediodía. El Concello de Bueu, con la colaboración del Anpa Cabo Udra de Montemogos, habilitó una zona para que los más pequeños pudiesen jugar de manera segura. El sábado esa sesión vermú estuvo amenizada por el dúo de soul y folk Voodoo y ayer domingo el turno fue para el grupo Retrouso de Cela.

Por la tarde noche también hubo actuación musical, en esta ocasión a cargo de Cantos de Taberna. El grupo abrió la programación musical el viernes y se encargó también de poner el broche a la decimonovena edición de la cita gastronómica.