La Festa do Mexillón cumplió ayer a rajatabla el guión marcado por la Asociación de Mulleres de Moaña en sus 24 ediciones: promocionar un producto básico en la economía y la gastronomía local y ayudar al sector a trasladarlo del mar a la mesa en múltiples y sabrosas especialidades. ¿El resultado? Tampoco deparó sorpresas: a primera hora de la tarde prácticamente no había producto a la venta, alegaban las organizadoras con idéntico gesto de quien cuelga el cartel de no hay billetes frente a la cola de las grandes obras.

"O mexillón é un marisco proletario", había pregonado Adrián Ríos, el joven actor moañés experto en bateas por origen y ficción, recientemente metido en "Fariña" como piloto de planeadoras para Sito Miñanco. Y el proletariado de monte y playa ya sucumbía a la adicción en una bacanal de los sentidos recomendada para todos los públicos que cargaba bajo la carpa de Reibón y desembarcaba sobre la arena de A Xunqueira, como antaño otros grandes alijos.

Ríos se había presentado ante el público con una camiseta de la Festa do Mexillón de Moaña que le regalaron cuando niño y recuperó del baúl 20 años después, con más carne y recuerdos con que llenarla: Pisando conchas del molusco con los que su abuela abonaba la huerta o alimentando la ilusión del guiri de que las bateas justifican su cometido como refugio de gaviotas. O de la juvenil jornada de pesca en que el choco gigante era un saco de mejillones. O de aquella noche en un balandro que el pudor de los años aconseja callar.

Amor y humor sazonaron el pregón, como la vinagreta o el escabeche al ingrediente principal. Alertó a los centenares de paisanos y visitantes de las virtudes del mejillón como producto estrella para la fast food (" Mussel King, Cuncha Nostra, Mexillón & Company, Mussel Donalds") y animó a tomar la iniciativa e invertir en la idea, con él como socio "por un módico precio". Idea sólo descabellada por la experiencia de que la propaganda suele imponerse al producto.

Y del producto, Adrián Ríos ensalzó el mejillón como marisco proletario, quizás menos distinguido que la ostra o la langosta, pero digno de servirse a la mesa de los dioses, de multiplicarse como en el milagro de los panes y los peces si lo crían las aguas más ricas del cielo para abajo, lo alimenta el sudor y la paciencia marinera y lo bendicen las mujeres de Moaña con tesón solidario y el amor de quien busca y encuentra en la satisfacción ajena el objetivo propio. "A túa saúde, Elisa!, brindó el pregonero, escoltado por autoridades políticas y un séquito de comensales con la memoria y las miradas empapadas. "Viva don Mexillón!, Viva a festa do mexillón de Moaña! Saúde!".