Agustina Valerga es una turista que llegó al Morrazo el primer día de este mes atraída por la tranquilidad y la magia de estas tierras. "Yo nunca había estado en Galicia y la primera vez que lo hago es pisando Cangas; estoy fascinada", señala. Aunque es argentina, reside en Barcelona, ciudad a la que regresará en una semana.

En este caso no fue la morriña quien la condujo hasta aquí. La belleza natural de Cangas le fue recomendada por una amiga catalana que ya había estado aquí. "Gracias a ella me enteré de que había un taller de cuencos tibetanos en una casa en Punta de Couso y ella, que lo había practicado, me lo recomendó". Agustina asegura que esta actividad es increíblemente gratificante, porque las vibraciones de los cuencos le permiten conseguir diversos beneficios para su bienestar. La turista, que cuenta con formación en terapias, explica que "son vibraciones con efectos muy armonizantes y saludables".

Además de practicar estos ejercicios, es amante de la música y el arte, por lo que para ella Cangas es un lugar perfecto para reinvertarse. "El casco viejo me encanta, pero lo mejor es lo simpática que es la gente y sentir toda esta naturaleza; me fascinan las playas de Nerga, Viñó y Barra". La argentina asegura que no cambiaría nada de aquí porque "es una tierra mágica que te traslada a otro lugar; sencillamente, me enamoré y quiero volver". Además de Cangas, tiene en mente hacer el Camino de Santiago para conocer gente y vivir nuevas experiencias.