"A cabeza non para, sobre todo cando se trata de defender o teu pan e sustento". Es lo que dicen algunos de los miembros más veteranos de la agrupación de percebeiros de la Cofradía de Cangas, que acaba de estrenar un sistema pionero de vigilancia con drones para combatir el furtivismo en toda la Costa da Vela. El sector ha decidido aliarse con la nuevas tecnologías y aprovechar las posibilidades que ofrecen. Desde hace unos días complementan sus turnos de supervisión de los bancos marisqueros con los "ojos" de un dron que sobrevuela esta parte del litoral, desde Cabo Home hasta Punta Couso. La puesta en marcha no ha podido ser mejor porque en su estreno [el fin de semana del 7 y 8 de julio] localizaron a una planeadora con dos presuntos furtivos a bordo. Uno de ellos saltó en la zona de As Osas, uno de esos lugares que los percebeiros de Cangas cuidan con mimo para fechas como Navidad, mientras el otro tripulante aguardaba en la embarcación. Toda su "maniobra" fue seguida y grabada por el dron, sin que los dos hombres se percatasen siquiera de su presencia. Las imágenes ya están a disposición de la Guardia Civil, ante la que se presentó la correspondiente denuncia.

El furtivismo es una de las principales amenazas de los mariscadores en general y de los percebeiros en particular. La agrupación de Cangas se fundó en el año 1991 y desde entonces se ha caracterizado por una gestión encaminada a explotar de manera sostenible el recurso, lo que incluye combatir a los furtivos. "Resulta muy frustrante y duro estar durante muchos meses reservando determinadas zonas en las que el percebe es bueno para que luego vayan los furtivos y se lleven tu trabajo", explican Nando Mariño y José Luis Martínez, de la directiva.

El colectivo está formado por casi una treintena de embarcaciones y cerca de 60 profesionales. Para vigilar los penedos tienen un sistema de guardias mensuales. Cada tripulación tiene asignados unos días y unas horas, en función de las mareas, para controlar las zonas de explotacion. Suelen ser dos equipos, siempre acompañados de un vigilante jurado de la empresa de seguridad contratada por la cofradía, que es quien tiene la facultad para denunciar. La decisión de apostar por la vigilancia aérea con drones tiene mucho que ver con lo sufridas que son esas guardias, que también incluyen horario nocturno. "Si a una tripulación le tocaba velar dos veces al mes, ahora le podría tocar una vez cada dos meses", cuentan.

Los drones pueden llegar a ser mucho más efectivos que esa vigilancia tradicional ya que sus cámaras de visión alcanzan hasta donde muchas veces los percebeiros no llegan. El aparato una vez que inicia el vuelo se sitúa a unos 100 metros de la línea de costa y a una altura de 80 metros sobre el nivel del mar: más que suficiente para que su potente cámara y zoom puedan ofrecer una imagen nítida y en tiempo real de lo que ocurre.

El piloto/operador trabaja desde tierra, acompañado del vigilante jurado, y hace despegar el dron, con el que realiza un barrido de toda la Costa da Vela. Esos ojos desde el cielo les permiten ver si hay alguien sobre las rocas o si se acerca alguna embarcación ajena al plan del percebe. Aunque el dron se halle a varios kilómetros del puesto base el operador y el vigilante pueden ver en tiempo real todo lo que captan los dispositivos del aparato. "Yo estoy viendo lo que ocurre a través de una cámara con datos de telemetría. A mi lado está el vigilante que tiene delante otra cámara con trípode, que a su vez está conectada a la mía a través de un cable HDMI. Él puede ver lo mismo que yo, con una imagen totalmente limpia y nítida, con resolución 4K y alta definición", cuenta el operador de drones, que de momento no quiere desvelar su nombre para evitar posibles represalias.

Si el vigilante percibe algún movimiento extraño puede pedirle al piloto que se acerque o enfoque un punto concreto para ver qué está sucediendo. Si se trata de furtivos la resolución de la cámara es tal que se pueden obtener imágenes precisas de sus rostros y el folio del barco para luego tramitar la denuncia o llamar a la patrullera de la Guardia Civil para que acuda a la zona.

Drones para luchar contra el furtivismo en Cangas

Drones para luchar contra el furtivismo en Cangas

No es la única ventaja del dron. "Lleva incorporada una cámara térmica, que detecta el calor corporal humano y te indica donde está el furtivo", explica el operador. Es una función vital para las guardias nocturnas [sin luz es imposible que la cámara óptica capte nada] e incluso de día. "Hay veces que los furtivos te ven a ti antes que tú a ellos. Se pueden esconder y esperar a que te vayas. La Costa da Vela es una zona escarpada, de difícil acceso y con muchos lugares para esconderse", explican Nando Mariño y José Luis Martínez. Con las posibilidades que ofrecen las cámaras que incorporan los drones las posibilidades de que el furtivo se oculte es mucho menor.

Este sistema de momento es una experiencia piloto, que estará activa durante los meses de verano. Si los resultados son satisfactorios la agrupación se planteará darle continuidad. "Queremos sobre todo que tenga un efecto disuasorio, que la gente lo sepa y no se arriesgue. Actualmente el furtivismo puede llegar a juzgarse por vía penal", advierten. Según la Lei de Pesca de Galicia las denuncias por furtivismo se tramitan inicialmente por vía administrativa. Las sanciones pueden tener la tipificación de graves, con una multa de 301 euros a 6.000 euros, o muy graves, con multas que pueden ir de 6.001 a 60.000 euros. Una reciente reforma de la legislación permite que se tramiten por vía penal en los tribunales cuando hay violencia o en casos en los que se amenace la salud pública [por ejemplo con la extracción de vieira con toxina].

El coste de este nuevo sistema de vigilancia lo asumen los propios integrantes de la agrupación canguesa. "Cada percebeiro abona 60 euros al mes para pagar a la empresa de vigilancia. Ahora esa cuota se va a subir un poco para completar el control con los drones", explican. En realidad es una buena inversión para proteger un recurso que es su medio de sustento y por el que cada día se juegan la vida al saltar a la roca.

[Nota: Para esta información se ha rebajado deliberadamente la resolución de las imágenes y evitar la identificación de los implicados]