"Lanchas y motores hay más, pero vida solo hay una". Esto era lo que repetían ayer Manuel Otero Reiriz y su hijo José Manuel Otero al desembarcar en el puerto de Cangas. Padre e hijo acababan de vivir una de las experiencias más duras a la que se pueden enfrentar los marineros: saltar por la borda de su barco para evitar irse contra las rocas y aguantar en el mar hasta que otro barco les rescató. A primera hora de la mañana de ayer su embarcación, una planeadora llamada "Chefa Dous", se quedó sin gobierno en el entorno del islote de Agoeiro, al sur de las Cíes, después de que el aparejo de pesca se enredase con la hélice del motor fueraborda. No se lo pensaron mucho: se lanzaron al agua con un aro salvavidas y con un talkie, con el que dieron la voz de alarma y esperaron a que les rescatasen. Apenas veinte minutos después estaban a bordo del "Uxía Nove", un barco del pulpo, y poco antes de las 10.30 horas desembarcaban sanos y salvos en el puerto de Cangas. Allí les esperaba Protección Civil y una ambulancia, aunque no necesitaron atención médica.

Padre e hijo llevan varios años trabajando juntos, habitualmente en el percebe. Ayer estaban faenando en el entorno de Agoeiro con los miños, cuando alrededor de las 8.30 horas las cosas se empezaron a complicar. Cuando estaban recogiendo el aparejo la red se enganchó a la helice del motor, con lo que los tripulantes perdieron el gobierno de la planeadora. Ante esta situación solo había dos opciones: intentar cortar la red para recuperar el control del barco o lanzarse al agua antes del que mar empujase la lancha contra las rocas y volcase. "Saltamos enseguida al mar. Si llegamos a volcar puedes sufrir un golpe, quedar inconsciente y ya no tienes nada que hacer", contaba una vez en tierra José Manuel Otero. Saltaron con los aros salvavidas y con transmisor-receptor [un walki-talkie] hermético, con el que una vez en el mar solicitaron ayuda a otros barcos. Ayer era el primer día de la campaña del pulpo y enseguida se movilizaron varias embarcaciones para rescatar a los náufragos.

Primero tuvieron que nadar para alejarse del lugar en el que estaban trabajando y evitar que la rompiente los lanzase contra las rocas. "Nos tuvimos que sacar las botas y la ropa de aguas. Al principio nos costó, pero nos pudimos alejar", contaba el padre. Estuvieron en el agua alrededor de unos veinte minutos, hasta que el "Uxía Nove" los pudo rescatar. "El agua no estaba fría, aunque con la tensión del momento tampoco te das cuenta", añadía.

Una vez recibida la alerta una lancha del servicio de vigilancia de la Cofradía de Cangas salió de inmediato hacia la zona y padre e hijo regresaron a tierra a bordo de esta embarcación. Otro barco, el "Camarón III" se encargó remolcar la planeadora después de que su patrón se lanzase al mar para atarla a un cabo.

Sorprendentemente la "Chefa Dous" apenas sufrió daños porque el mar no la llegó a mandar contra las rocas. Una vez amarrada comenzó la lenta maniobra de remolcado, que se prolongó hasta el mediodía, cuando el "Camarón III" llegaba al varadero del puerto de Cangas. Una vez izada tocaba evaluar las consecuencias sobre el motor fueraborda y el equipo electrónico, que eran el menor daño de los posibles. También era perfectamente visible el mallaje del aparejo de pesca enredado en la hélice. "Esto era imposible cortarlo en el mar", decían.

El operativo de rescate movilizó a barcos que faenaban en la zona, a la lancha de "Salvamar Mirach" de Salvamento Marítimo y a la patrullera de la Guardia Civil "Corvo Mariño", entre otros. Cuando Manuel y su hijo llegaron a tierra estaba también una ambulancia del 061, aunque ambos se encontraban perfectamente. Solo se atendió a Manuel Otero debido a que tenía la tensión alta debido al estrés de la situación vivida.

A su llegada también estaban otros compañeros y representantes de la cofradía, como el patrón mayor. "El mar es así, los marineros estamos sujetos a estos riesgos porque el mar siempre te puede jugar una mala pasada. Lo más importante es que afortunadamente no pasó nada grave y los dos están bien", manifestaba Francisco Javier Costa. El máximo representante del pósito recordaba que desgracidamente en los últimos años la flota canguesa ha vivido algunas desgracias, como el naufragio de la planeadora "Látigo" en esta misma zona, con la desaparición de sus dos tripulantes [Borja Alonso y Filipe Manuel de , y el "Rebeca" en Cabo Home con un fallecido [Marcelino Santos], ambos ocurridos con apenas tres meses de diferencia en el año 2016.

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Manuel Otero Sánchez afirmaba al llegar a puerto que acababan de vivir "un susto muy gordo". "Al principio nos costó un poco remontar [salir de la rompiente] y tuvimos que sacar botas y ropa de aguas para alejarnos dela zona de rocas. Logramos pedir ayudar por el aparato y afortunademente podemos contarlo", explicaba poco después. "Cuando estás en peligro lo importante es ponerte a salvo porque lanchas hay más. Si te quedas a bordo puedes volcar y llevarte un golpe o irte al fondo. Fue un buen susto y esperemos que sea el último", manifestaba.