El grupo municipal del PP abandonó el pleno después de que el alcalde de Cangas, Xosé Manuel Pazos, echara del salón de sesiones al concejal popular Rafael Soliño, en el transcurso del debate de su moción para expropiar el polémico camino de Punta Couso. Tras exponer el edil del PP su moción al pleno y explicar la diferencia entre expropiar, como quieren los populares, e inventariar, opción por la que opta el gobierno, el concejal de Urbanismo, Mariano Abalo, intervino para dar réplica. Fue suficiente la primera frase para que Rafael Soliño arrojara sobre el portavoz de ACE un cargador de improperios, que repitió veloz y continuamente, a pesar de las advertencias del regidor local, de que lo iba a expulsar, y de su jefe de filas, de que abandonara la actitud. Ninguno de los dos lo consiguió. La frase de Abalo con la que empezó todo fue: "Sabía que vostede era aparellador...". No le dio tiempo a más. Soliño comenzó una relación de improperios en la que no cejó ni cuando se marchaba del salón de sesiones. "Sí, soy cartero, funcionario y sinvergüenza igual que tú. Eres un baboso, un sinvergüeza, un friqui,friqui". Pazos le pedía que parara y lo amenazó con expulsarlo, pero Soliño hizo caso omiso, estaba en pleno desahogo después de la anterior batalla plenaria en la que Mariano Abalo también trató de mezclar su trabajo con su condición de concejal. José Enrique Sotelo pedía calma a su compañero de bancada, pero continuaba con su retahíla. Pazos tuvo que dejar de amenazar con expulsarlo y expulsarlo. Mientras salía del salón de sesiones volvía a la carga: "mamón, que eres un mamón, tonto del bote, terrorista". Desde el otro lado, Mariano Abalo, sin inmutarse demasiado, le decía a su rival político que necesitaba un médico.

Segundos después, José Enrique Sotelo se levantó también. Dijo que la intención del PP era llegar a un acuerdo con el gobierno en la moción, pero que visto lo ocurrido el PP abandonaba el pleno. Tanto él como el resto de los concejales populares consideraban que Xosé Manuel Pazos había sido demasiado intransigente echando del salón de plenos a Rafael Soliño. Jesús Graña quedó casi afónico tras repetir que el propio alcalde, cuando estaba en la oposición, había tenido comportamientos semejantes, algo que negó con total rotundidad.

Al final, la moción figura como no debatida, según el criterio de la secretaria municipal. Decir que Soliño intentaba convencer al pleno de que la solución de inventariar el camino no arregla nada, porque no da la propiedad del mismo, que lo que dan son las escrituras públicas y, esas, ya las presentaron los propietarios en los tribunales, ganando la batalla judicial. Asegura que por eso la fórmula de la expropiación es la más conveniente.