El Museo Massó cuenta entre sus fondos con sendas reconstrucciones de los dos modelos de ánforas San Martiño de Bueu, la última entregada hace apenas unos meses después del minucioso trabajo del restaurador Noé Valtierra, que estará hoy en Bueu junto al arqueólogo Adolfo Fernández. Uno de los retos a los que se enfrentan ahora los especialistas es completar la caracterización arqueométrica de las ánforas de Bueu. Esto básicamente significa dar con el ADN de los envases hechos en Bueu, teniendo en cuenta el tipo de arcilla, sus características físicas y químicas o la temperatura de cocción. ¿Por qué es tan importante esto? Pues porque una vez identificado ese gen Bueu se podrían identificar con certeza restos que de estas ánforas San Martiño en otros puntos del antiguo mundo romano.

De momento las investigaciones han permitido constatar su presencia en un amplio abanico de lugares. "Conocemos mucho mejor las rutas de distribución hacia el sur. Las ánforas de Bueu están presentes en importantes yacimientos portugueses como Alvarelhos, Porto, Conimbriga (actual Coímbra) y en Lisboa", explica Adolfo Fernández en el libro. Por ahora no hay constancia de su llegada a la costa del Algarve y de Huelva, pero sí en dos importantes ciudades romanas del valle del Gudalquivir: Hispalis (la actual Sevilla) e Italica (Santiponce). Estudios recientes sitúan ejemplares de la San Martiño tipo II en la propia capital del Imperio, en Roma. Pero esa es una hipótesis que "habrá que constatar en un futuro próximo".

Hacia el norte está confirmada su presencia en Tintagel (Inglaterra) y los arqueólogos consideran posible su hallazgo en Londres o en ciudades francesas como Burdeos, Ruan o Bavay; o en Tréveris, en Alemania. Habrá que dar tiempo al tiempo para confirmarlo y encontrar restos en otros lugares del antiguo Imperio.