El bateeiro de Paulo Duarte, de Vilaboa, faenaba por la zona de Domaio cuando divisó el humo del velero. De inmediato puso rumbo a la zona donde se estaba produciendo el siniestro. Comenta que cuando se aproximó, las llamas estaban devorando al pequeño velero. Pasaron de utilizar extintores y atacaron el fuego con mangueras, hasta que lo sofocaron. Asegura que esta experiencia si algo le enseñó es que los extintores no valen para nada, "salvo se queres facer unha festa". Relata que "o lume non te deixa arrimar á embarcación e so dende a distancia, con mangueiras, podes atacar o lume" . Paulo Duarte afirma que encontró al moañés nervioso, ya en la tabla de surf a punto de subir a la planeadora del Náutico de Chapela que se había acercado tras ver el incendio en la ría.