El Cristo del Consuelo salió ayer en procesión más pertrechado que de costumbre. Hubo controles policiales, para evitar la entrada de vehículos en la zona reservada a este multitudinario acto religioso y gran presencia de efectivos en las calles, a donde se habían asomado alrededor de 20.000 personas, según datos oficiales facilitados por la Policía Local de Cangas.

El paso del Cristo del Consuelo salió de la excolegiata de Cangas a las 20.30 horas, minutos después que la imagen de la Virgen del Carmen. Los 38 costaleros del Cristo pasaron apuros para sacar la imagen del templo. Salió un poco escorada por la puerta justo cuando la Banda de Gaitas de Tromentelo entonaba el himno del Antiguo Reino de Galicia, que se habrá de mezclar después con el himno de España que hizo sonar después la Banda de Música de Bellas Artes. De nuevo el atrio de la excolegiata era un bullicio. Allí se vendían velas y se buscaban los mejores sitios para salir en la procesión, mientras que los políticos de turno, los del Partido Popular (José Enrique Sotelo, Rafael Soliño, Pío Millán y Dolores Galego) y Cangas Decide (José Luis Gestido) esperaban órdenes para saber en qué formación iban a escoltar al Cristo y se mezclaban con otras autoridades, entre las que figuraba el teniente y jefe del puesto de la Guardia Civil. Nadie del gobierno tripartito se dejó ver, ni dentro ni fuera de la procesión. Otros años, a pesar de ese acuerdo de que el gobierno no iba a participar en actos religiosos, se vio a algun@ merodear por las inmediaciones. Tampoco asistió esta vez el concejal socialista de Cangas, Alfredo Iglesias, que sí estuvo en la misa solemne del medio día. Allí el cura que celebró la eucaristía volvió a hacer referencia al polémico cartel del Cristo de Fonte do Galo. Por cierto que el diputado provincial David Regades (PSOE) asistió a la misa solemne en representación de la Diputación de Pontevedra. Manifestó que los socialistas eran muy respetuosos con todas las ideologías y tradiciones y que dentro de ese respecto estaba él en la misa, lo mismo que respetaba a aquellos políticos que no querían estar en actos religiosos.

La Virgen del Carmen fue la primera en salir en procesión de la ex colegiata de Cangas y lo hizo a hombros de 18 costaleros, casi todos marineros de Cangas, y con la música de fondo de las campanas repiquetear

De nuevo, bajar la calle Real hasta alcanzar el cruce con la calle Eduardo Vincenti se convierte en un calvario para los costaleros, que tienen que parar repetidamente para esquivar tendidos eléctricos y de telefonía. En la calle Real y a lo largo de todo el trayecto, había miles de improvisados fotógrafos que se suben con sus móviles a los sitios menos esperados para sacar su foto del año, aunque pocas veces lo consiguen. La curva de la plaza de abastos, donde se encara ya la avenida Castelao fue más fácil de pasar que otros años. La habitual tómbola, que acostumbraba a situarse en la zona y que obligaba a realizar la curva muy apretada, no se había instalado este año.

Las promesas realizadas al Cristo llevaron a mucha gente a procesionar con los pies descalzos, más que otros años y la venta de velas fue fructífera ayer. Cuando la cabeza de la procesión llegaba a la avenida 25 de Xullo, alrededor de las 21.00 horas, se encendió el alumbrado festivo. Una hora tardó el Cristo del Consuelo en alcanzar el Concello de Cangas, donde giró para regresar a la ex colegiata de Cangas.

El camino de vuelta fue un poco más rápido. Muchos de los fieles que se apostaban a uno y otro lado de las calles para ver pasar la procesión no hicieron el camino de regreso. La noche ya había cubierto Cangas y la tradicional ofrenda a la Virgen del Carmen. Dos miembros de la Cofradía de la Misericordia arrojaron una corona al mar. Es uno de los momentos más emotivos, cuando las dos imágenes giran para mirar al mar y los costaleros las levanta sobre sus hombros. Ese instante especial se tiñe de lamento en el cielo, con los tradicionales fuegos de artificio que se lanzan en ese momento, uno de los más festejados por los fieles. Hay mujeres que lloran, niños que no pueden ocultar su admiración y hombres que fruncen el ceño para esquivar esa lágrima que está a punto de bajar por su rostro.

El regreso se hace ligero. Por alguna razón que todavía se desconocer se apura más el paso y no hay tanto descanso para los costaleros del Cristo del Consuelo ni de la Virgen del Carmen.