Alcanza precios muy elevados en los mercados asiáticos y mediterráneos, sin embargo, apenas lo encontramos en nuestros mercados. El pepino de mar es uno de los habitantes más desconocidos de la costa gallega a pesar de su abundancia, sobre todo, en las Rías Baixas. Su aspecto poco atractivo para cualquier consumidor poco acostumbrado lo mantenía en el anonimato hasta que la Cofradía de Cangas comenzó a explotarlo en 2015. La bióloga Tania Ballesteros, que colaboró en la elaboración de aquel plan, ha desarrollado el primer estudio sobre su ciclo reproductivo en la Ría de Vigo dentro del Centro Singular de Investigación Marina Ecimat de la Universidad de Vigo.

El trabajo es pionero en Galicia y tiene como objetivo final la preservación del recurso. "Solo encontré algunos estudios previos en Gran Bretaña del 92 y otro en Portugal, en la zona de Peniche, de 2016, pero no sabemos si la latitud puede afectar al ciclo vital. La Cofradía de Cangas propuso este estudio porque ellos están interesados en conservar la especie. El año pasado se extrajeron 18 toneladas en la Ría de Vigo y es importante conocer su biología para evitar la sobreexplotación pues el potencial es importante", apunta Ballesteros.

La autora destaca además el destacado papel biológico que tiene la holoturia o pepino de mar como "reciclador" y elemento clave para mantener la productividad de los ecosistemas. "Son como las lombrices de tierra, pero en el mar. Se comen los desechos y sedimentos y los conviertes en materia orgánica", explica.

En la ría viguesa conviven varias especies -se conocen casi 50 en Galicia- pero las más abundantes son la Holoturia forskalii, la que se comercializa y se encuentra en las zonas externas, y la Aslia lefevrei, que abunda más en el interior.

Antes de que la Xunta autorizase su extracción en 2015, las cofradías vendían los ejemplares que llegaban en los arrastreros del Gran Sol como productos de descarte. "Todavía son pocas las que tienen planes de extracción e incluso algunas de las que cuentan con permiso de la Xunta, como la de Vigo, no lo hacen. Y la mayoría de los pepinos son exportados a China o México", explica.

El pepino de mar es un producto muy apreciado en los mercados asiáticos por la industria alimentaria, pero también por las empresas farmacéuticas y de cosmética. Y en las comunidades mediterráneas españolas la espardeña - Stichopus regalis - es un auténtico manjar: "El kilo puede alcanzar los 60 euros", destaca.

El estudio desarrollado por Ballesteros contó con el apoyo del programa "Excelencia na Investigación" de la Xunta y fue cofinanciado con fondos Feder. Los resultados establecieron una relación entre la temperatura y el fotoperiodo con el estado reproductivo y permitió esbozar un periodo idóneo de veda y captura.

"Se trata de un estudio preliminar sobre el periodo de reposo y maduración y, teniendo en cuenta que, por el momento, el pepino se comercializa eviscerado, lo ideal sería que se extrajera cuando no está maduro porque las gónadas no interesan. De esta forma, la pesca estaría abierta desde marzo a septiembre y se cerraría el resto del año", detalla.

Este calendario permitiría compaginar la extracción de pepino con la del erizo, el otro equinodermo que se comercializa en Galicia y que se extrae maduro porque se consumen las gónadas: "Del pepino, por ahora, solo se comen las bandas musculares del intestino. Por eso mientras no interese la gónada y los recolectores tengan la posibilidad de hacerlo sería interesante combinar ambas vedas de esta manera".

La Cofradía de Cangas facilitó los ejemplares para el proyecto. Fueron recogidos por los buzos -"Es el sistema de recolección menos dañino que existe"- a una profundidad de entre 7 y 13 metros en zonas rocosas.

Cría en el laboratorio

Ballesteros y la Ecimat están pendientes de conseguir más financiación para continuar con estos estudios. Uno de los objetivos es establecer un sistema que permita determinar el momento ideal para su captura. "Es una especie que se contrae y descontrae con enorme facilidad. Puede pasar de 20 a 12 centímetros si lo tocas y es capaz de retener hasta 100 gramos de agua. Además también se autoeviscera. Las pesquerías se gestionan por medida o peso, pero en este caso habría que encontrar otro método", reconoce.

Otro de los objetivos pendientes es cultivarlo en el laboratorio para conocer su periodo de maduración: "En el medio natural casi no se encuentran ejemplares juveniles, quizá porque están muy escondidos o debido a un patrón migratorio. Si los cultivamos podríamos saber cuánto tardan en madurar, algo que ahora mismo desconocemos. En algunas especies tropicales se habla de tres años. Y si conseguimos cerrar el ciclo también tendríamos la posibilidad de hacer repoblaciones en el futuro si fueran necesarias".