Media hora antes de la procesión, cuya salida estaba prevista para las ocho de la tarde, la imponente imagen de la Virgen de los Dolores ya había salido de la casa de María Acuña y estaba sobre las andas, frente al portal, en medio de la Praza do Sinal, esperando dar los primeros pasos. Había bullicio de gente, de la que abarrotaba las terrazas para disfrutar de los rayos de sol del atardecer y también de los feligreses que empezaban a llegar y esperaban, con sus velas, a la salida de la procesión. Junto a la imagen, María Mariño, directiva de la Hermanda de Los Dolores, se encargaba de repartir las velas, que se entregaban a cambio de la voluntad. María Acuña, la camarera de la Virgen, que desde hace 40 años guarda y cuida la imagen en el mismo salón de su casa de la Praza do Sinal, apuraba los últimos preparativos: "Es una preciosidad, una maravilla como está ¿no?", preguntaba mientras las otras camareras se organizan para salir.

Apoyadas en un escaparate y con las velas encendidas, Ramona Romay, Dolores Santos y Carmen Requejo volvieron a encontrarse un año más en la procesión. Ramona asegura que no puede faltar a estos actos cuando ella misma reconoce que se crió bajo la Virgen en Darbo. Todas tienen tristezas y en su caso recuerda que el destino hizo que ella se quedara huérfana de padre al poco de nacer. Por eso que vivó bajo la Virgen de Darbo porque su madre cuidadaba a sus padres y su hermano fue el primer párroco de Darbo.

Las tres estaban ayer en la procesión para pedir paz y amor,aseguraban, "bueno, primero amor porque si hay amor hay paz", matizaba Dolores, mientras que la nieta de Carmen se afanaba repartiendo las velas.

A pocos metros, las otras camareras de los Dolores, María Giráldez, Teresa González, Sira Rodal y María Teresa Rodal, que son la mano derecha de María Acuña, se organizaban para cumplir con el protocolo, mientras que el presidente de la Hermandad, Manuel Gil, se mantenía en una discreta posición, haciendo fotografías de la imagen, sinrestar el protagonismo que estas mujeres, las que verdaderamente mandan en este día.

"Ven neniña, dalle un bico a María que ela ten e codia a Virxe todo o ano", le decía con prisa una abuela a su nieta sobre la camarera de Los Dolores. La procesión ya estaba a punto de salir. Los estandartes ya lucían por la plaza, todos portados por mujeres, incluso tres niñas vestidas con los hábitos azules de la Hermandad; mientras que cuatro hombres, también con los hábitos de la Hermandad se preparaban para retirar las andas y portar la imagen sobre los hombros para su traslado a la excolegiata. Alfonso Moldes, José Iglesias, Eduardo Núñez y José Gil llevan años, algunos 19, portando la Virgen grande, y ahora siguen teniendo el privilegio de hacerlo en este traslado. El párroco Severo Lobato, micrófono en mano, marcó el iniciod e la procesión con un cántico y el rezo del rosario.

Tres cofrades en la cabeza de la procesión, marcaban el paso con la cruz, seguidos de unas niñas de la Hermandad con el corazón de plata de Los Dolores en sus manos. A poca distancia lo hacían las mujeres con el estandarte de los penitentes y a continuación las que portaban, con hábitos negros de la Soledad, el estandarte de honor, con una pintura de la Virgen que data de hace más de 200 años. Más mujeres y un último estandarte, el de Los Dolores portado por camareras.

La procesión enfiló las calles Sol, Benigno Soage y Real hasta entrar en la iglesia, en donde hoy empieza el septenario hasta el 5 de abril, con rosario y música sacra todos los días. Cientos de fieles,la gran mayoría mujeres y niños, la acompañaron en este recorrido habitual por el casco histórico.