Las palmeras de la comarca serán cosa del pasado y en poco tiempo se convertirán apenas en un recuerdo. La plaga del llamado picudo rojo, un insecto de origen asiático que devora su estructura por dentro, está acabando con todas. La semana pasada se talaron las tres últimas palmeras de la Alameda Vella de Cangas y ayer mismo arrancaron los trabajos para talar hasta cuatro ejemplares en distintos terrenos públicos de Moaña.

Personal del departamento de jardinería comenzó ayer talando, con el camión-grúa, las hojas de la palmera de los jardines del Concello. Esta misma mañana, si el tiempo lo permite, se talará el tronco. Este ejemplar luce en la zona desde mucho antes de la construcción del nuevo consistorio, pues estaba en los jardines de Montenegro. Mide unos 7 metros de altura.

Es la primera de las cuatro palmeras afectadas por el picudo y cuyo estado aconseja su tala para evitar el riesgo de un derrumbe que ocasione daños personales o materiales.

La palmera del parque de la Ludoteca municipal será la siguiente, y cuenta con un altura de unos 12 metros. De similar tamaño es el ejemplar ubicado en el entorno de la plaza de abastos, en la alameda, que también será talado.

Finalmente, se retirará la palmera del cementerio municipal de Trigás, con más de 7 metros de altura. Las talas se podrían prolongar en función de las condiciones del tiempo.

Todos los árboles serán trasladados a las instalaciones de los comuneros de Coruxo, en donde serán tratados. La forma correcta de proceder ante el picudo pasa por enterrar los restos de las palmeras o bien triturarlos.

No se trata de la primera palmera afectada que se tala en el municipio. Y es que en febrero de 2016 fue cortada la que se ubicaba en el entorno del cementerio de Domaio.

En Cangas, el pasado mes de septiembre, también se taló la conocida como "Palmera do Cangaceiro", entre otros árboles afectados en distintos puntos de la villa.