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El "señor dos pazos do mar" recupera su esplendor

La restauradora Cristina Cobos trabaja en el Museo Massó en la restauración de tres obras de Urbano Lugrís

Cristina Cobos con la lupa de luz ultravioleta sobre una pintura de Lugrís en el Museo Massó. // G.Núñez

El proceso para que las pinturas que decoraban el antiguo comedor de la fábrica de Massó, en Bueu, luzcan su mejor cara está ya en marcha. Desde hace unas semanas la restauradora Cristina Cobos se enfrenta a los cuadros que Urbano Lugrís pintó en el año 1948 por encargó de los Massó. El paso del tiempo, el lugar y las condiciones en las que estuvieron expuestos durante muchos años y la personalísima técnica de Lugrís hacían necesaria una intervención para frenar el deterioro de las pinturas, dos de las cuales son de enormes dimensiones: 6,7 y 7,6 metros de longitud respectivamente.

La restauradora trabaja por ahora en solitario, en el interior de la biblioteca y del taller del museo. Pero en poco tiempo su trabajo será más público. La intención del Museo Massó es que los visitantes puedan ver in situ cómo es el proceso de restauración de una obra de arte e incluso desterrar algunos falsos mitos, como ese que supone que los restauradores trabajan básicamente con pinceles para "repintar" los cuadros.

La realidad es bastante distinta. "Para tener amor por el patrimonio hay que conocerlo y fuera no se ve lo que hay en un taller de restauración. Se cree que el restaurador coge el pincel, limpia el polvo y pinta, cuando eso no es así", explica Cristina Cobos. Los visitantes podrán ver cómo es realmente una parte de su trabajo, los procesos que se siguen y los materiales empleados, como la espátula de calor, la lupa de luz ultravioleta o el microscopio digital, entre otros.

Las pinturas que ahora se restauran formaban en su día parte de la decoración del comedor del Museo Massó, por lo que sus condiciones de conservación no eran las mejores debido la temperatura, humedad e incluso el salitre. También hay otros factores importantes que influyen. "Bien porque todavía no dominaba bien la técnica o bien por falta de recursos económicos Urbano Lugrís pintó los cuadros sobre tela de algodón, que es higroscópica y por tanto suelta y absorbe humedad en mucha cantidad. Esto hace que la tela se mueva, se sobredimensione y la pintura tienda a saltar", explica la restauradora. Las consecuencias más visibles es la presencia de zonas "pulvorolentas", en las que se despegan el pigmento y la tela, y "craqueladas" o con grietas. Además parece que utilizó un aglutinante un tanto precario, lo que también afecta al estado de conservación. "El aglutinante es la cola que hace que los pigmentos de color se peguen entre sí. Con el paso del tiempo, la humedad y el salitre ha perdido adhesividad", ilustra.

Por eso, una vez realizado un análisis y diagnóstico del estado general del cuadro, la primera misión es fijar la policromía, los colores de la pintura de los cuadros. Los tres lienzos sobre los que se centra la actual restauración fueron restaurados poco antes de la apertura del Museo Massó, en julio de 2002. Fue una restauración adecuada para aquel momento, pero a lo largo de estos años las técnicas de restauración han continuado avanzando y se consideró necesario acometer una nueva intervención. "Se hicieron analíticas del tipo de tela, pigmentos y luego se acometieron pruebas de restauración sobre partes muy concretas para ver cómo respondía la pintura", cuenta Cristina Cobos.

La restauradora ha optado por usar materiales completamente naturales, como cola de conejo y pescado o incluso extractos de algas, frente a los sintéticos. "No digo que los modernos no sean buenos, pero hay cosas que no están probadas. Dicen que los naturales duran menos, pero son reversibles y siempre es preferible volver a intervenir que realizar algo que luego no tenga remedio. Con los naturales tenemos varios siglos de prueba y experiencia. Es posible que las cosas no duren eternamente, pero al menos debemos intentar que duren lo máximo posible", argumenta la especialista.

La intervención que se está realizando permitirá ver con un aspecto renovado estos cuadros del "pintor del mar" o del "señor dos pazos do mar", como se han referido en ocasiones a Lugrís. Pero eso no significa que la restauración esté concluida. Ni mucho menos. En fases posteriores habría que cambiar los bastidores [los elementos que sujetan la tela] ya que están curvados y tensan todavía más la tela; desclavar la propia tela para reparar posible roturas y cortes; y finalmente limpiar la policromía.

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