"Yo no digo que no haya que cerrar, aunque en la hostelería tendremos que buscarnos la vida para comprar el pescado de diario", señalaba la madre de una restauradora del municipio, que apuntaba la conveniencia de que las obras se aplazaran "para más adelante", cuando la actividad decae "e incluso muchos barcos no van al mar por el mal tiempo", razona. La solución más recurrida para tener pescado fresco son los pequeños establecimientos, los supermercados o el desplazamiento a las plazas de abastos de Moaña y Bueu, que se benefician de ese trasiego de clientes que no es nuevo entre los mercados de la comarca.

El Concello quiere cumplir los plazos, aunque la actuación empezó ayer con alguna demora por el retraso en el traslado de maquinaria, un hecho "anecdótico" que despertó algunas críticas entre vendedoras que siguen de cerca el operativo. "Vaise a cumprir o programado, aínda que teñan que traballar en festivo", repetía la concejala de Desenvolvemento Económico, Ánxela Vizoso, que, en compañía de la edil de Obras e Servizos, Mercedes Giráldez, y la arquitecta municipal Mabel Medraño, se reunió a primera hora de la mañana con los representantes de la empresa subcontratada por Civis Global para realizar la reparación del suelo, que aún está en garantía.

En el asunto ha vuelto a terciar el concejal de Cangas Decide, José Luis Gestido, que insiste en que esa obra no fue consensuada. "Lo único que se le ofreció al colectivo de comerciantes era el cierre durante una semana y lo único que podían decidir era cuándo", explica, dice desconocer las gestiones municipales para atenuar las consecuencias para vendedores y clientes y lamenta que no se considerase seriamente la posibilidad de ejecutarlos en fin de semana imponiendo esa condición a la empresa o bien de hacerlo por fases, alternando el cierre del edificio principal y del anexo del "peixe do día".

Pero no todos los comerciantes consideran el cierre de las instalaciones como una mala opción. "O todos o ninguno", reclamaba el viernes una de los vendedores, que no veía viable "cerrar algunos días una parte de la plaza y luego otra", y opina que "todo el mundo tiene derecho a unas vacaciones, y para eso estas fechas no son tan malas para un colectivo como el nuestro". De hecho, algunos miembros del colectivo ya están siguiendo el desarrollo de las obras desde lugares como Madrid, Tenerife o las islas Azores, a donde se han desplazado para descansar mientras se realizan los trabajos. "Hay que reconocer que en los últimos meses las ventas no han ido mal. Y no todo va a ser trabajar", celebraba ayer una de estas "beneficiarias".