"He vivido exactamente las mismas emociones que hace un año. Las llamadas desde los Estados Unidos, los mensajes, la gente llegando para acompañarme. Ha sido todo igual". De esta forma relata José Luis "Willy" Rivas el primer aniversario de la muerte de su hijo Dani en el circuito estadounidense de Laguna Seca. Han pasado 365 días desde aquella fatídica madrugada del 20 de julio de 2015 pero los recuerdos, las vivencias, aún permanecen a flor de piel en un hombre en el que la pasión al hablar del motociclismo se le mezcla con el dolor de la pérdida y con el orgullo por el apoyo recibido desde todas las partes del mundo.

"Nunca me pude imaginar la repercusión que iba a coger todo esto. Al fin y al cabo Dani fue campeón de Europa de Supersport, hizo buenas carreras y podios, pero tampoco fue campeón del mundo. Pero algo hizo para ganarse así a la gente", reflexiona, acompañado por los dos últimos mecánicos que tuvo el piloto moañés, Luisma Hernández y Daniel Caldeiro, y por varios amigos. Sin embargo, para encontrar su mejor recuerdo de aquellos complicados días no hay que salir de su Moaña natal. "Lo que más me impactó fue salir del pabellón de Reibón [donde se veló el cadáver y se hizo el funeral] y hacer ese recorrido de tres kilómetros hasta el cementerio, con todo lleno de motos, gente en las ventanas, aplaudiendo...", señala, antes de añadir que "cuentas con la gente del motociclismo, amigos que vienen desde muy lejos arrastrándose si hace falta, pero el problema siempre es ser profeta en tu tierra, ganarte a los tuyos. Y ahí me die cuenta de que el pueblo quería a Dani. Y tengo que agradecer al pueblo de Moaña todo el cariño que nos ha dado".

...La entrevista completa, mañana en FARO