Ángel Martínez, presidente de Fandicosta, caminaba de arriba a abajo por la carretera PO-551 con una botella de agua. Trababa así de calmar unos nervios que por un momento le impedían pronunciar palabra. Había estado allí, al pie del incendio, junto a otros de sus colaboradores, hasta que la Guardia Civil dio orden de abandonar la zona y estableció un cordón de seguridad que llegaba hasta el cementerio de Domaio. Allí recibía de unos y otros, conocidos o no, el pésame. "¿Cómo estás?", preguntaba uno mientras estrechaba su mano. "Jodido, muy jodido", respondía al tiempo que proseguía ese andar inquieto y mascullaba que se cumplían 20 años del nacimiento de la empresa."¡Es dantesco, dantesco!" murmuraba Ángel Martínez tratando de apartar su mirada de ese humo que parecía engullirlo todo y pendiente del amoníaco que podía hacer explotar todo por los aires. Los directivos de Fandicosta se arremolinaban en la Fonte da Queixeira, preocupados por las labores de extinción del incendio. No tenían datos de alcance del siniestro.

GALERÍA | Los empleados de Fandicosta, tras ser evacuados. // Santos Álvarez

También en la carretera, los trabajadores del turno de mañana que llegaban poco a poco a la zona de seguridad se abrazaban llorosos. Ni ellas ni ellos podían aguantar las lágrimas y en ese abrazo solidario apenas podían pronunciar una palabra. Pensaban en su trabajo, en cómo sería su futuro cercano. Temían que esos sueños que habían compartido con sus familias hubiesen quedado frustrados con el incendio y conscientes de que habrá un ERE provisional.

Pero no había víctimas. Eso era lo que permitía cierta relajación en un ambiente,al principio, hostil. Domaio entero estaba pendiente del siniestro, asomado a los balcones, a las terrazas y miradores. Desde un balcón se pedía la presencia de los hidroaviones. "¡Esa mangueira (la de los bomberos) pouca auga máis bota que a da miña casa. Que traian os hidroavións!", decía una espectadora, convencida de que era la forma más práctica de apagar un incendio que crecía entre pequeñas explosiones.

En cada deflagración que se escuchaba, las trabajadores pensaban en los coches que habían quedado en el interior del complejo industrial. Cierto que las trabajadoras del turno de tarde, al pertenecer a una Empresa de Trabajo Temporal ,(ETT) dejan el coche fuera de la fábrica, pero no temían por los suyos, sino por los que sabían que no se habían podido sacar y pertenecían a compañeras de Fandiscosta. A las 21.00 horas nada se sabía de esos coches, pero tampoco se les permitía a las trabajadores de la ETT acudir a coger los suyos para marcharse a casa. Estaban aparcados en la zona hacia donde se dirigía el humo. Cierta preocupación se centraba también en lo que había quedado en la taquilla: las llaves de los coches aparcados arriba, la ropa, los teléfonos móviles, sobre todo, los teléfonos móviles. Como acostumbra a suceder en las tragedias mineras, después llegarían las autoridades: el delegado territorial de la Xunta de Galicia en Vigo, Ignacio López Chaves, la directora de la Autoridad Portuaria de Vigo, Beatriz Colunga, y ya cuando el camino había quedado despejado llegó la conselleira do Mar, Rosa Quintana. Las autoridades locales estuvieron en la zona desde el principio.

Nuria MArtínez y Yovanna Otero | Familia desalojada

"Me puse histérica, es la vivienda de toda mi vida"

El riesgo de que el fuego alcanzase el depósito de amoníaco obligó a la Guardia Civil a desalojar las viviendas más cercanas a la nave de Fandicosta en llamas. Una de las casas fue la de Nuria Martínez y su hija Yovanna Otero. "Vivimos justo entre Fandicosta y la gasolinera. Yo llegaba del autobús del instituto a las 18.30 horas. Por la carretera ya vi la columna de humo", explica Yovanna Otero, de 16 años.

Su madre todavía no se había percatado de lo que ocurría. "A los 15 minutos ya llegó la Guardia Civil para decirnos que teníamos que evacuar por que existía riesgo de explosión. Me puse histérica al principio, porque es la vivienda de toda mi vida", relataba, ya más relajada ante el control de las llamas, María Martínez.

Mientras anochecía y todavía no podían volver a sus viviendas, Martínez recordaba que trató de coger algunos enseres por si la casa se veía afectada. "Pero ya no nos dejaron".

Sobre las 22.50 horas las autoridades locales les dieron el aviso de que por fin podían regresar a sus casas. Aunque los trabajos de los bomberos seguían en marcha.

Vecina de 91 años desalojada

"Estaba tranquila ata que vos mirei chegar á miña casa"

No solo las fuerzas del orden ayudaron a desalojar a los vecinos más próximos ante el riesgo de una explosión que planeó durante buena parte de la tarde de ayer sobre Domaio. Incluso los políticos de la Corporación, que estuvieron muy activos en todo momento, tuvieron que cumplir esa función. Ante la demanda de una vecina, la alcaldesa y los ediles Javier Carro, Salvador Meira y Ezequiel Fernández acudieron a desalojar de su vivienda a una vecina de 91 años.

Al principio se mostró reacia a salir de su casa. "Estaba tranquila, pero cando vos mirei chegar á miña casa xa me puxen nerviosa", explicaba la desalojada. Fue acompañada a casa de un familiar. Su vivienda, situada al margen superior de la carretera general, ejemplifica la amplia área de seguridad que abrió la Guardia Civil ante la amenaza de que las llamas alcanzasen el amoníaco. Trabajadores y curiosos fueron desplazados hasta en dos ocasiones.

Víctor y José Manuel | Empleados de la gasolinera

"Nos avisaron del riesgo de explosión una hora después del incendio"

La gasolinera de Domaio fue evacuada pasadas las 19.00 horas, cuando se amplió el perímetro de seguridad. "Estábamos trabajando desde las 15.00 horas y cuando nos avisaron el incendio ya llevaba bastante tiempo. Nos dijeron que había riesgo de explosión".

Aguardaron junto a los trabajadores evacuados y los vecinos en los márgenes de la PO-551 , cerca ya del cementerio parroquial de Domaio, hasta donde se prolongó el perímetro. Uno de ellos tuvo que regresar a la gasolinera sobre las 21.00 horas para suministrar de combustible a una máquina excavadora que iba a participar en las operaciones.

La gasolinera se cerró con cadenas y a última hora de ayer todavía no había reabierto. Se esperaba también que el corte en la PO-551 se prolongase, como mínimo, hasta bien entrada la madrugada.

María José Rosendo | Encargada

"Mandé salir inmediatamente a las compañeras"

La encargada María José Rosendo lleva 17 años trabajando en la empresa de Domaio y 3 en su actual puesto. "Me encontraba sola en el área de transformación, cuando empecé a oler a humo". Dio entonces la voz de alarma y mandó a sus compañeras del turno de tarde salir de la nave. "Avisé a la supervisora, que llamó inmediatamente a los bomberos", recuerda.

Mientras compartía con el resto de trabajadoras la incertidumbre por el futuro de la empresa, contaba cómo toda la plantilla fue evacuada con rapidez y sin sufrir daños físicos. "En el momento del incendio se encontraban en Fandicosta alrededor de 20 trabajadores de la ETT, que son las que habitualmente hacen el turno de tarde. También había 4 empleados de plantilla, además de oficinistas y personal de mantenimiento".

María José Rosendo contabilizó ocho coches de empleados que quedaron en la explanada anexa a la nave que se consumió por las llamas.

Trabajadora turno de tarde

"Hay miedo a perder el trabajo, que ya era temporal; pero no hubo víctimas"

Carmen veía desde lejos el incendio. Eran momentos difíciles, aún no se sabía el alcance del incendio y el humo crecía y dejaba una sensación de pavor. También ella es trabajadora de una ETT, de las que acostumbra a hacer el turno de tarde. En un primer momento se temió lo peor y recuerda que no pudo recoger sus cosas en la taquilla. Pero más miedo que el incendio en sí lo da el saber que se pierde un trabajo que ya solo los tenía 3 días a la semana, pero que ayudaba a mantener a la familia. Pero no había heridos y eso era muy importante. Nadie estuvó tranquilo hasta que confirmaron este extremo.

Rosa Marcos y Marisol Santomé | Empleadas

"Dejamos la ropa, las llaves y el móvil en las taquillas"

Rosa Marcos y Marisol Santomé efectuaban el turno de tarde. Entraron a través de una ETT. "Levabamos 2 anos e medio. Agora seguro que quedamos sen traballo", lamentaban. Recuerdan cómo parecía que las consecuencias serían menores. "Estabamos traballando con langostinos cando saiu algo de fume. A encargada nos mandou saír da nave. Aos 15 minutos paramos para o bocadillo e foi cando empezou a arder todo". No podían retirar sus coches y habían dejado su ropa, las llaves e incluso móviles en las taquillas.

Trabajadoras del turno de tarde

"Antes no teníamos mucho trabajo y ahora no tendremos nada"

Un grupo de trabajadoras del turno de tarde contemplaba la escena, ya desalojadas y desde la distancia, con la impotencia de no poder ni siquiera recoger sus enseres personales. En el uniforme de trabajo explicaron cómo empezó todo. "Olía como a cera. Después nos dimos cuenta de que era un incendio". Contratadas a través de una ETT trabajan por días en Fandicosta "pero ahora seguro que ya no tenemos trabajo". Argumentan que ellas viven con la incertidumbre de si tendrán o no trabajo "todo el año".