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Mónica C.S.: "En las clases nunca me salía esta técnica y reventaba a llorar"

Reconoce que "hice lo que me gustaría que me hicieran a mí" si estás sufriendo un caso de violencia de género

Mónica C.S., ayer ante la puerta de su vivienda en Moaña. // Gonzalo Núñez

"Aquí estoy de maravilla", asegura Mónica C.S., en su nueva vida en Moaña en donde se ha convertido en un ejemplo para las mujeres víctimas de violencia de género, de que las técnicas de autoprotección ayudan a hacer frente al agresor. Trabaja en su casa realizando los conocidos bebés reborn, que son muñecos creados a partir de fotografías de niños reales o simplemente bebés que parecen reales. Con ella reside su hijo y hace un año se casó. Intenta vivir lo más posible que puede en el anonimato ya que su anterior pareja sigue teniendo malas maneras con ella. En la madrugada del miércoles no dudó en entrar en la casa de su vecina, de 26 años, para ayudarla ante el temor de que pudiera ocurrir lo peor cuando su pareja sentimental, tras una pelea en la calle, aporreaba la puerta del dormitorio en donde la joven se había encerrado huyendo de él.

Reconoce que desde su piso vio que la puerta de entrada de la vivienda había quedado abierta y que él intentaba derribar la de la habitación donde la joven estaba encerrada. No lo dudó. Las horas a sus espaldas de los cursos de autoprotección, en los que se inscribió a través del Centro de Información á Muller (CIM) de Ribeira, le dieron la seguridad suficiente como para llegar hasta el joven y, a pesar de su corpulencia con dos metros de altura, aplicar una técnica, de la que incluso dice que no sabe su nombre, pero que en este caso le funcionó. El hombre quedó bloqueado, apoyado en la pared, con el tabique nasal desviado, lo que les permitió ganar tiempo para que ambas pudieran huir de la vivienda mientras entraba la Guardia Civil.

El agresor fue detenido por los agentes, que actuaron de oficio porque la joven, igual que ocurre en otros casos, no quiso denunciar.

Mónica C.S. asegura que en los cursos de protección, que se imparten por horas, en su caso a cargo de dos policías nacionales, "aprendemos a reaccionar ante situaciones de violencia como cuando te intentan violar o estrangular y necesitas unos segundos que son vitales para poder escapar". Dice que la técnica que utilizó para ayudar a su vecina la prendió en uno de estos cursos: "Uno de los policías me reñía muchísimo porque no lograba hacer la técnica y me bloqueaba. En lugar de darle al agresor -el policía se ponía en el papel del agresor- no llegaba ni a rozarle la cara y reventaba a llorar".

Sin embargo, en esta situación real, Mónica C.S. hizo la técnica y con nota. Esta mujer dice que hizo lo que le gustaría que hicieran con ella, y a pesar de todo reconoce que no puede sentirse bien porque "veo desde fuera lo que es, la reacción, lo mal que se pasa y a pesar de eso, como quieres a la persona, lo perdonas. ¡Yo hice lo mismo!".

Cada vez más, desde las diferentes administraciones se organizan este tipo de cursos de autoprotección o de defensa personal a personas víctimas de violencia de género para defenderse de sus parejas. En los mismos se aprenden técnicas de seguridad estática y dinámica para reaccionar ante una situación de violencia y cómo actuar también si hay un menor presente. Las personas adquieren destrezas que les proporcionan mayor habilidad para gestionar situaciones de riesgo. Suelen ser cursos de 12 horas con teórica y práctica en los que se analizan tipologías de los comportamientos violentos y los escenarios más frecuentes, como pueden ser los domicilios. Se aprenden técnicas prácticas para esquivar y el uso correcto de la distancia ante una agresión, así como los movimientos precisos para un desplazamiento eficaz y el comportamiento recomendable si hay menores.

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