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Luto por Juan Fernández Rivas

Adiós al arquitecto que diseñó Moaña

El urbanista y artista apareció muerto ayer en A Fraga - Deja tras de sí grandes obras en la localidad como el paseo de O Con, con su ballena "Anduriña" y esculturas - Era un defensor de la costa

Día triste y de gran pérdida, asegura Julio Martínez, ex concejal de Moaña y amigo de Juan Fernández Rivas que colaboró con él en muchos proyectos y del que asegura que la dimensión de su obra, tanto arquitectónica como escultórica, "está por venir". El taller de Rivas en el barrio del Vaticano, frente al mercado de Moaña, que convirtió en los últimos tiempos en una galería en donde vendía sus últimas creaciones de piedras de mar pintadas; y su casa de A Guía, seguro que guardan un inmenso legado que ya forma parte de la grandeza histórica de Moaña y que su familia y amigos se cuidarán de proteger.

Juan Rivas, que se escondía bajo el pseudónimo de Peiss o Peissman, como esa escultura de "Sete peisses" que corona la glorieta de Portal do Almacén, en Moaña, falleció ayer y las causas están por determinar. Su coche apareció estacionado de madrugada en el Corredor do Morrazo, junto al viaducto da Fraga y su cuerpo fue localizado bajo el viaducto, en el cauce del río da Fraga.

Su muerte causó una gran consternación en el municipio, justo en un día en el que en el salón de plenos se debatía sobre la continuidad del paseo de Seara por el borde del mar, y su nombre salió a relucir como el primer autor del boceto para esta zona. Muchos de los que allí estaban reunidos nada sabían del fatal desenlace. Él mismo sufrió un duro golpe cuando hace casi quince años perdió a su novia en un accidente de tráfico. Quienes le conocían bien aseguran que aquello le marcó y, a partir de ahí, su vida profesional se hizo mucho más creativa.

Juan Rivas nació en Vigo, pero su familia es oriunda de Moaña, por lo que siempre se sintió de este municipio en donde desde niño pasaba los veranos y en donde se quedó a vivir y a trabajar ya cuando acabó arquitectura en A Coruña. Fue una persona que centró su obra en el diseño de Moaña, primero de forma arquitectónica y después escultórica. Sus proyectos nunca se cerraban, su creatividad era infinitiva, pero nunca buscaba el dinero.

La ballena "Anduriña" que corona el paseo de O Con, es una de las obra suyas más emblemáticas, en la que también colaboró el artista y amigo, Toño Salgueiro. La vocación artística de Fernández Rivas les unió. Salgueiro recuerda esa gran vocación: "No le gustaba quedarse corto en sus proyectos e iba más allá. Creía mucho en lo que hacía Era un enamorado, muy ambicioso en sus planteamientos", recuerda el artista, muy afectado ayer por la muerte del arquitecto.

Todos coinciden en la predilección que Rivas sentía por la obra pública, a través de la cual quería diseñar el nuevo urbanismo de Moaña, sobre todo su frente marítimo por el que llegó a luchar, incluso con cadenas, como cuando lo hizo con el "Bufón". Suya es la reforma de colores de la plaza de abastos y en la pasada legislatura llegó a presentar un proyecto para la remodelación de la estación marítima, que nunca pudo salir adelante por motivos presupuestarios, como tampoco su defensa del paseo marítimo de Domaio, con un proyecto mucho más ambicioso del que se ejecutó al final.

Desde su atalaya de Moaña divisaba también el otro lado de la ría y se atrevió con un proyecto fiel a su estilo de arquitectura en altura, cuando salio a concurso en 2007 el diseño de espacios de la antigua escuela naval de la ETEA. Lo hizo con una gran torre, denominada "Vento" y que fue el símbolo de su propuesta, como también lo sería, años despué,s la que ideó para la reordenación urbanística del pazo de Méndez Núñez o Finca e O Real, en Moaña, cuya rehabilitación nunca se ha llevado a cabo. Aquel proyecto de un Juan Rivas que ya despuntaba como un arquitecto al que nadie ponía límites, generó un gran debate sobre el crecimiento en altura de un casco urbano que él defendía como símbolo de modernidad y de urbanismo más ecológico.

Su huella arquitectónica está por distintos rincones de su municipio, como la rehabilitación del atrio de San Martiño, tal y como recuerda Julio Martínez, que era concejal cuando se atrevieron con aquella reordenación que incluía, incluso, el antiguo cementerio y que hoy es un emblema en la cuna del municipio. Otros le recuerdan en sus comienzos cuando en la época de Xabier Abalo y de Cándido Pena se diseñó el espacio verde en alc urva de A Cerradiña para el que el arquitecto ya soñana con recuperar un galeón hundido en la ría para posar sobre lo que iba a representar la puerta de entrada a Moaña.

Pero su afición por el mar no le hizo dar la espalda a los montes de O Morrazo y fue una persona muy destacada en la lucha contra el proyecto del parque eólico del Monte Faro en donde están proyectados once molinos de viento que quería sustituir por esculturas.

Últimamente, trabajó con la Fundación Lago Castiñeiras-Cotorredondo en el proyecto del jardín botánico para la recuperación de este espacio verde entre Marín y Vilaboa. Había contactado con la fundación para participar en este proyecto que le apasionó y en el que transformó el actual mirador en una crisálida de mariposa "Alcón azul". Contemplaba también otra isla en el lago y la construcción sobre ella de un invernadero como también una pasarela elevada por el medio de las copas de los árboles en el entorno del lago. "ivemos a sorte de contar coa súa colaboración, mostrounos as súas habilidades esculturais e arquitectónicas, compartiendo con nós as súas máis fermosas ideas", señala el presidente del patronato, Daniel Rosales.

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