Un grupo de tres barcos de la Cofradía de Bueu acaba de iniciar una nueva campaña de extracción de la ostra en uno de los contados bancos naturales que existen en Galicia de este marisco. La temporada dura apenas tres meses y cada embarcación tiene asignado un cupo máximo diario de 500 unidades. El plan de explotación autorizado por la Consellería do Mar les permite hasta un tope de 60 kilos por día, aunque el sector con ese límite por ejemplares aplica un criterio aún más estricto. "Es un recurso escaso y no vale la pena agotarlo", explica el armador del "Zapateiro".
El inicio de la temporada está dejando de momento un balance agridulce. La parte negativa viene dada por los problemas para localizar marisco con la talla legal exigida. "Este año estamos viendo que en las zonas en las que antes había ostra ahora mismo no hay", cuentan desde la flota. La esperanza es que al menos se constata la presencia de gran cantidad de cría, lo que es una garantía para el futuro. La parte positiva del balance de la actual campaña de extracción estriba en que los precios que se están pagando resultan aceptables, entre un mínimo de 0,65 euros para la ostra considerada mediana y un importe que alcanzó un pico máximo de 1,2 euros en el caso de la grande. Hay que tener en cuenta que el precio que se paga no es por kilo, sino por cada unidad. La mayoría de la producción la adquieren depuradoras o intermediarios y su destino final es la hostelería.
La extracción de ostra en las rías gallegas se ha convertido en algo casi simbólico debido a las enfermedades que diezmaron los bancos naturales. El de la ría de Pontevedra es uno de los pocos que aún se mantiene en Galicia, junto a los que hay en Noia y en la ría de Ferrol. Los barcos de Bueu que están trabajando el recurso -"Zapateiro", "Nuevo Celita" y más ocasionalmente el "Marcos II"- concentran la actividad en la zona más interior de la ría, en el entorno entre la isla de Tambo y Combarro, así como en Placeres.
La campaña de extracción concluye el 31 de marzo, un periodo no demasiado largo pero que permite a estos barcos una alternancia de artes para dar un ligero descanso a los recursos sobre los que trabajan habitualmente, como la navaja o la centolla. "La mejor época de trabajo son estos primeros meses del año. Los temporales de inicio del invierno sirven para batir y limpiar los fondos, con lo que se puede trabajar mejor", explican las tripulaciones. Con la llegada de la primavera las algas vuelven a ganar presencia y el trabajo se vuelve mucho más complicado. La extracción se realiza con el rastro de la vieira, que rastrilla los fondos y deposita el marisco en el saco que lleva enganchado. De hecho las embarcaciones que trabajan este recurso son las mismas que fueron a la vieira el año pasado y antes del prolongado cierre de casi 20 años.
La temporada pasada los barcos solo pudieron trabajar 37 días (en enero solamente pudieron ir al mar cuatro días) y se cerró con un 5.500 kilos de ostra y una facturación de casi 26.500 euros, según los datos de la plataforma Pesca de Galicia.
