El aparcamiento de Massó está dividido en tres plantas y cada una de ellas está compartimentada en dos secciones, con unas puertas antiincendio que se cierran para impedir que en caso de fuego éste se extienda a toda la planta. El coche que se incendió ayer estaba estacionado en la sección con acceso y salida por la calle Johán Carballeira y muy cerca de una de esas puertas, que se activó de inmediato. En esta parte hay aproximadamente unas 150 plazas por planta, aunque en el momento del fuego se calcula que estaban ocupadas alrededor de unas 50. Esta compartimentación permitió que la sección con entrada y salida por la calle Pazos Fontenla se pudiese usar con normalidad.

El suceso ocurrió posiblemente en el peor de los lugares posibles para el trabajo de los bomberos, tal como explicaban los sargentos jefe de O Morrazo y O Salnés, Juan Jesús Mariño y David Padín. Ambos estaban ayer en O Porriño en una demostración y durante su regreso fueron avisados del suceso, por lo que se dirigieron de inmediato al lugar para coordinar las labores de extinción. "Era la planta -3, la situada más abajo. Los humos y los condensados tienden a ascender, por lo que fueron hacia las plantas superiores", explicaba ayer el sargento O Salnés. A ello hay que unir que hay múltiples accesos, con entradas peatonales y ascensores desde los bloques de viviendas. "La prioridad es comprobar que no haya nadie e impedir que alguien pueda entrar por despiste", apuntan.

En una primera estimación inicial y a la vista de cómo quedaron algunos de los materiales que había en el interior de la zona cero se estima que se registraron temperaturas en torno a los 550 grados centígrados. "El calor por la combustión se concentra en esa zona. El problema en estos espacios tan grandes y diáfanos estriba en que cuando se llenan de humo no se ve nada y resulta difícil localizar el foco", cuenta David Padín, que indica que ahí entra en juego la destreza y técnica de los bomberos. Éstos tuvieron que entrar con sus equipos de autoprotección y de respiración autonóma, así como con cámaras térmicas para poder ver en medio de la densa humareda. "Ahí es imposible ver nada. Es todo negro", decían.

El sargento jefe de O Morrazo, por su parte, apunta otro de los riesgos. "Son muy importante las comunicaciones, que a veces en esas plantas inferiores fallan por problemas de frecuencias, y a veces es muy fácil perderse. Hace unos 20 años en un incendio en un parking de Ourense falleció un bombero por algo así", explica. Juan Jesús Mariño destaca que hace precisamente unas semanas, por iniciativa propia de los bomberos de O Morrazo, se realizó una inspección preventiva al aparcamiento de Massó. "El objetivo es verlo, saber cómo está distribuido y organizado por si hay que actuar en un incendio", contaba.

Para poder ventilar las zonas afectadas se utilizan turboventiladores, que meten aire nuevo y provocan que el humo vaya saliendo progresivamente.